En la mañana del 25 de noviembre de 1812, José María Morelos y Pavón, primer jefe de la guerra de independencia, inicia el ataque a la ciudad de Oaxaca. Los españoles y las fuerzas realistas que la defendían se habían negado a entregar la plaza pese a que su inferioridad numérica era bastante evidente.
El caudillo después de cortar los abastecimientos de agua y poner sitio a Oaxaca, ordenó, al teniente coronel Manuel Mier y Terán, hacer fuego con su artillería sobre el fortín de la Soledad y el convento del Carmen.
Los bastiones, al quedar tan debilitados y maltrechos, permitieron un brillante ataque de los jefes insurgentesHermenegildo Galeana y Mariano Matamoros que prácticamente terminó con la defensa de la ciudad. Sin embargo, un fuerte grupo de soldados realistas continuó haciendo resistencia en un lugar denominado El Juego de Pelota.
Un ancho foso lleno de agua rodeaba por completo a esta última defensa. Cualquier atacante se veía obligado a retroceder ante el fuerte fuego de la artillería y fusiles realistas.
El coronel Miguel Fernández Félix, que por su conocido arrojo y valentía, había sido nombrado el comandante del ataque a esta posición por el mismo José María Morelos, veía con desesperación, como sus hombres eran repelidos una y otra vez y dudaban en avanzar pese a las órdenes que a todo pulmón no dejaba de dar.
De repente, con furia, Don Miguel Fernández tomó su espada por la hoja y con gran fuerza la lanzó al otro lado del foso al mismo tiempo que gritaba a los defensores: “Ahí está mi espada en prenda, voy por ella” y acto seguido se arrojó al foso y nadando con gran ímpetu se dirigió al lugar donde había caído su espada. Sus hombres, avergonzados por el ejemplo de su jefe, también se lanzaron al foso y rápidamente lo cruzaron para enfrascarse en una lucha cuerpo a cuerpo con los defensores del bastión. Tal era la fuerza y energía originada por la temeraria acción de su comandante, que el destacamento no tardó mucho en resultar vencedor.
Fue tan heroica y audaz este hecho de guerra que a partir de ese mismo momento el nombre de este brillante militar reclamó un lugar destacado en la Historia de México. Más tarde, y posiblemente derivado de la victoria conseguida y por su devoción tan profunda a la Vírgen María, Don Miguel Fernández Félix cambió su nombre por el deGuadalupe Victoria que años después sería conocido como el Primer Presidente del México Independiente.
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