A nivel económico, la cultura maya aprovechó al máximo sus tierras. La agricultura es la industria principal y está organizada según el parentesco, lo que significa que la tierra pertenece al Ahau, avatar del grupo, quien la distribuye según las necesidades de cada familia. La cosecha quedó en manos del campesino, aunque éste debía ceder una parte al señor para mantener el apoyo de la familia gobernante y la burocracia. La recompensa por esta transferencia fue doble: por un lado, la familia gobernante aseguró la supervivencia de los campesinos durante la crisis proporcionándoles alimentos y ropa de los almacenes estatales; Alimentos y ropa para asegurar la supervivencia de los agricultores.
Por otro lado, realizaba los rituales necesarios para atraer el favor de los dioses de la lluvia y la vegetación.
La falta de producción excedente, combinada con la división sexual del trabajo en los hogares mayas, impidió el surgimiento del comercio, excepto el comercio entre diferentes ciudades-estado, que consistía principalmente en bienes escasos, no producidos o de baja calidad.
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