La Intervención francesa de México por el ejército del Segundo Imperio Frances es también conocida como la Guerra Franco-Mexicana. Esta invasión fue orquestada por Francia, España y la Gran Bretaña tras el anuncio del Presidente Benito Juárez informando que México suspendería todos los pagos a la deuda externa. Estos tres países eran los principales acreedores de México. Tras la firma del Tratado de Londres en Octubre, acordando unir sus esfuerzos para exigir el pago, las tropas y flotas españolas, británicas y francesas arribaron al puerto de Veracruz en enero de 1862. Tan pronto como los españoles y británicos notaron la intención de Francia para conquistar México, retiraron sus fuerzas de México en abril de ese mismo año.
Los franceses vieron una gran oportunidad para conquistar México porque Estados Unidos estaba peleando su Guerra Civil y por lo tanto, no le era posible intervenir. El ejército francés sufrió una derrota inicial en la Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862 (México aún celebra esta victoria cada cinco de mayo) y eventualmente derrotaron a las fuerzas mexicanas tras el arribo de más tropas Francesas, en septiembre. El Presidente Benito Juárez huyó a Chihuahua cuando la ciudad de Puebla cayó en manos de franceses en Mayo 1863, estableciendo un gobierno en el exilio. Las tropas francesas hicieron su entrada triunfal a la Ciudad de México en Junio 1863, designando al General Almonte como Presidente Provisional de México.
Napoleón III de Francia deseaba formar un gran imperio y detener la expansión de Estados Unidos. El Archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo aceptó la corona y arribó a Veracruz en mayo de 1864 junto con su esposa, la princesa belga Carlota, convirtiéndose en Emperador de México. Un hombre inteligente con una gran educación, era seguir de los ideales progresistas liberales de moda en Europa, esto lo hizo perder la simpatía de la Iglesia y de algunos conservadores.
La mayoría de los mexicanos defendían la soberanía de su país y apoyaban a Juárez como jefe del gobierno nacional. Napoleón III retiró de México a las tropas que habían apoyado a Maximiliano, facilitando que los liberales destituyeran al imperio invasor. Los Generales Ramón Corona y Mariano Escobedo sitiaron a Maximiliano en Querétaro. El emperador se rindió el 15 de mayo y fue sentenciado a muerte. Muchas grandes personalidades de Europa enviaron telegramas a México rogando que Maximiliano fuese perdonado, pero Juárez se rehusó; enviando un mensaje al mundo entero, México no toleraría la imposición de poderes extranjeros. Maximiliano fue ejecutado el 19 de junio en el Cerro de las Campanas.
El Presidente Juárez regresó el poder a la capital del país y restauró la Constitución. Instaurando la separación de la Iglesia y el Estado, confiscó las tierras de la Iglesia, estableció los matrimonios civiles y prohibió la participación del clero en asuntos políticos.
El partido conservador terminó completamente desacreditado por haberse aliado con los franceses, por lo que el partido liberal no tuvo competencia durante los primeros años de la República Restaurada. En 1871, Presidente Benito Juárez fue reelecto sin tomar en consideración la prohibición constitucional de las reelecciones. General Porfirio Díaz, un héroe de la guerra francesa, lanzó una rebelión contra el presidente y estaba a punto de ser derrotado cuando Juárez murió en Julio 1872. Díaz perdió las elecciones contra el presidente interino Sebastián Lerdo de Tejada pero volvió a rebelarse en 1876, cuando Lerdo de Tejada intentó forzar una reelección. Díaz logró llegar a la presidencia y la mantuvo hasta 1911, cuando la Revolución comenzó en su contra por mexicanos cansados de sus repetidas reelecciones.
Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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