Si bien durante el porfiriato se lograron avances en la pacificación del país, el coste social de este progreso fue enorme; la desigualdad aumentó a niveles pocas veces vistos, se crearon zonas de explotación sistemática de indígenas a los cuales casi se les trataba como esclavos, como Valle Nacional y buena parte de Yucatán. Además una represión a la prensa libre, que era silenciada ya fuese por medio de sobornos o bien por torturas y desapariciones.
Las represiones que Díaz ejercía sobre las personas que exigían una mejor calidad de vida fueron justificadas con una doctrina filosófica: el Positivismo, la cual proponía "Orden y progreso". Así, el "Orden" lo mantenía con represiones a los manifestantes, y con ese factor, tener el "progreso", que era el crecimiento económico que en esa época se logró.
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