De acuerdo con la tradición mexica, que se remonta a hechos sucedidos entre los siglos XI y XIII, los mexicas eran originarios de una tierra pantanosa llamada Āztlán (= 'Tierra de garzas'). De ahí habrían pasado a Teocolhuacan, también llamado Chicomoztoc Quinehuayan Tzotzompa, pero esta información no es precisa, ya que los relatos responden más a una necesidad ideológico-mítica que a una histórica. Por esa razón, las fuentes documentales de la colonia no responden satisfactoriamente a la interrogante acerca del origen mexica y resulta necesario recurrir a la arqueología y auxiliarmente a la glotocronología o sea al estudio de la evolución lingüística y la etimología.
Expansión del utoazteca, incluye al náhuatl.
Basándose en la información disponible, se sabe que la familia lingüística utoazteca entró en territorio mexicano por los estados de Sonora y Chihuahua. De esta familia de lenguas se deriva el protonáhuatl, antecesor de las variantes de náhuatl moderno. Aunque el protoutoazteca se sitúa en el III milenio a. C., el protonáhuatl se sitúa mucho más tarde, hacia el inicio de la era cristiana, en alguna región de Durango. El léxico reconstruido del protonáhuatl revela que sus hablantes ya eran partícipes de la evolución cultural de Mesoamérica, practicaban la agricultura y probablemente eran sedentarios. Las migraciones nahuas en Mesoamérica transcurrieron entre el siglo III y el siglo XIII. Al final de estas migraciones, el náhuatl era una lengua bien establecida desde el occidente y centro de Mesoamérica hasta tan al sur como Veracruz, Chiapas, el estrecho de Tehuantepec, Guatemala, Cuzcatlán (El Salvador) y Ometepe (Nicaragua).
Por otro lado, se desconoce cuál es la primera cultura arqueológica mesoamericana que debe identificarse a ciencia cierta con los pueblos nahuas. Aunque se sabe que Teotihuacan, del año 100 al 600 de nuestra era, tenía rutas comerciales de la turquesa hacía el norte y de la concha hacía el Pacífico, y que esto, muy probablemente, favoreció la expansión de los grupos nahuas.
Otras culturas interesantes posiblemente nahuas son la cultura Chalchihuites de Durango y Zacatecas, Gran Tunal en San Luis Potosí y a la que provisionalmente llamaremos Coyotlatelco en Guanajuato. La cultura Coyotlatelco es la creadora de los altares de cráneos (tzompantli) y de las esculturas recostadas de Tlaloc (Chac mool), además de una cerámica con características muy especiales denominada de la misma forma. En el ámbito ideológico, también aportarán elementos que distinguirán a las culturas del posclásico. Se supone que este pueblo pudo ser hablante de náhuatl, ya que se conjetura que por el año 800 d. C. esta lengua se distribuía por los estados de Querétaro, Hidalgo, Estado de México y Morelos, teniendo relevancia en el momento de fundar Tula.
Presumiblemente, los grupos nahuas ya estaban familiarizados y habitaban las regiones cercanas del valle de México al terminar el primer milenio de nuestra era. Los datos arqueológicos sugieren que se debe ser cauteloso con las fuentes tradicionales mexicas: en estas, aparecen los mexicas como grupos primitivos de cazadores-recolectores que vestían pieles, no conocían la agricultura, comían carne cruda y provenían de un lugar muy lejano (algunas personas creen que venían de Mexcaltitán, en Nayarit). Su zona originaria era el norte del Estado de México y, probablemente desde el siglo XII, algunos nahuas se autodeterminaban mexitin, que es un nombre genérico similar a otomí, es decir, no indica que viven en una población específica.
Sin duda, la primera civilización importante de la que tenemos cierta certeza de que fuera hablante de náhuatl era la cultura tōltēca. El nombre de la cultura proviene de la tradición de los āztēcas, de acuerdo con la cual la capital de los tōltēcah se llamaba Tōllan (hoy llamada Tula); de hecho, tōltēcatl significa precisamente ‘[habitante] de Tōllan’.
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