Díaz heredó una hacienda pública en quiebra. Las deudas con el extranjero y con prestamistas nacionales eran considerables.
Para el arreglo de las finanzas los ministros de hacienda, donde destacaron: Matías Romero, Manuel Dublán y José Yves Limantour recurrieron a diversas vías:
Redujeron gastos públicos y administraron los recursos de forma adecuada.Ejercieron mayor control de los ingresos.Crearon nuevos impuestos que no obstaculizaban al comercio.Gracias a un nuevo préstamo, reestructuraron la deuda interna y externa, lo que permitió ganar la confianza de los inversionistas y obtener otros empréstitos e inversiones.Se llegó a un acuerdo con los acreedores con el fin de diferir los pagos y establecer una tasa de interés fija.
Así, la administración de los recursos nacionales se hacía con participación pública y privada. El Banco Nacional Mexicano, fundado en 1882, se fusionó con el Banco Mercantil Mexicano y dio origen al Banco Nacional de México en 1884. En este banco participaba capital mexicano y español, y tenía las siguientes funciones: recaudaba impuestos, otorgaba préstamos y anticipos al gobierno y se encargaba de la Tesorería General.
Con todas estas medidas, en 1894 se registró un superávit.
Díaz buscaba que el país se ligara a la economía internacional como exportador de productos agrícolas o minerales, pero también fomentó el desarrollo de la industria y del comercio interior; y sin duda, México se convirtió en un importante exportador de materias primas, además de que se produjo en el país la primera revolución industrial; empero, se trató de un desarrollo desigual que benefició sólo a algunos sectores, regiones y grupos.
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