En el Porfiriato la gente quería entretenerse. Buscaba diversión. Dos descripciones representativas de esa actitud son la de José Valadés y la de Porfirio Díaz:
“Aunque temerosa y fatigada por las guerras civiles y dispuesta a permitir, desde los comienzos del régimen porfirista que el Estado se apropie los derechos del individuo, la sociedad sólo quería conservar sus ocios y sus placeres. En el hogar dominaba lo placentero y en la calle lo ocioso. La sociedad en México estaba repleta de superficialidades, ha vivido sin preocupación del pecado. El país da la impresión que ha abandonado sus tradiciones; y el dominio de la fantasía se extiende. La literatura de Alejandro Dumas se extiende y su obra de “El Conde de Montecristo” entra a los hogares con gran fuerza. Consecuencia de la amoralidad social debían ser el aumento de la vagancia, la propagación de los suicidios, el lujo de los duelos, el regreso a las casa de juego, los proyectos de ley de divorcio, la aplicación de la ley de Lynch y el liberalismo insidioso y deshonesto."
Los mexicanos, según la descripción de Porfirio Díaz: “…están contentos con comer desordenadamente antojitos , levantarse tarde, ser empleados públicos con padrinos de influencia, asistir a su trabajo sin puntualidad, enfermarse con frecuencia y obtener licencias con goce de sueldo, no faltar a las corridas de toros, divertirse sin cesar,… casarse muy joven y tener hijos a pasto, gastar más de lo que ganan y endrogarse con los usureros para hacer posadas y fiestas onomásticas” .
La corrida de toros, representada por un grabado de Goya, dividían la opinión del público entre los grandes aficionados y quienes las querían prohibir
El Circo Orrín convocaba a todas las clases sociales a divertirse
Las pelea de gallos eran un espectáculo obligado en las ferias. Hasta la fecha se llevan a cabo en muchas partes de México
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