En 1877 el gobierno reglamentó la existencia de las casas de juego. En los primeros siete meses se expidieron noventa y nueve permisos para diferentes establecimientos en la Ciudad de México y todo bajo la supervisión del licenciado Pablo Macedo. A las principales casa de juego acudían los mismos funcionarios de gobierno, además de los militares. Los burócratas y hacendados también se hacían presentes en estos lugares. Las principales casas de juego eran en:
• El Hotel Iturbide, administrado por Joaquín Alcázar. • El Hotel Nacional, administrado por Francisco Valdés. • La calle Real de Tacubaya, manejado por Luis G. Luna • La segunda calle del Refugio, manejado por José de la Luz Herrera. • El Hotel del Progreso, administrado por José Almazán. • La calle del Coliseo, manejado por José María Arce.
En Tacubaya, en específico la plaza de Cartagena, había gran cantidad de gente jugando el cubilete, dados, baraja y diferentes juegos de azar. Hubo tal desorden en los juegos de azar que se canceló la reglamentación que se había dado un año antes. A pesar de la prohibición del gobierno, las apuestas y juegos de azar tenían tanta influencia social que la organización de partidas continuó en la Ciudad de México y en Tlalnepantla, Estado de México. Durante su gobierno el General Manuel González Flores tomó medidas en contra de los apostadores, pues no sólo se prohibieron las loterías sino que también las rifas mayores a cinco pesos debían de tener previa autorización del ministerio.
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