lunes, 23 de noviembre de 2015

Museo de la Revolución en la Frontera (MUREF), Ciudad Juárez

Muy cerca de la Plaza de Armas está un notable edificio de aire europeo cuya fachada tiene el letrero “Aduana Fronteriza”. Actualmente aquí se encuentra el MUREF, que resulta un lugar interesante tanto por su contenido museográfico como por su arquitectura.

El edificio de cantera y ladrillos fue erigido entre 1885 y 1889, aunque al pasar de los años sufrió varios cambios arquitectónicos. Este sitio es famoso porque en él se realizó, el 16 de octubre de 1909, la entrevista de los presidentes de México y Estados Unidos, Porfirio Díaz y William H. Taft. Asimismo, en mayo de 1911 Francisco I. Madero instaló en él el Palacio Nacional Provisional donde se firmaron los Tratados de Ciudad Juárez. En 1913 Francisco Villa instaló su cuartel general y meses después Venustiano Carranza lo usó como oficinas.

El museo fue inaugurado en 2011 y ofrece una vista panorámica de la Revolución en la frontera norte a través de fotografías, objetos históricos y dispositivos interactivos.

Museo Regional de la Revolución Mexicana, Puebla

También llamado Casa de los Hermanos Serdán, este recinto localizado en el centro de la “ciudad de los ángeles” fue el hogar de la familia Serdán Alatriste, cuyos miembros Aquiles, Carmen, Natalia y Máximo fueron importantes personajes percusores del movimiento armado de 1910. El museo aloja los muebles originales, así como una exhibición de fotografías y documentos. En la fachada son perceptibles los impactos de bala de cuando la policía asaltó la vivienda el 18 de noviembre de ese año al descubrir la conspiración.

Museo Nacional de la Revolución, Ciudad de México

En la Plaza de la República, en la colonia Tabacalera, se encuentra uno de los monumentos más emblemáticos (y hermosos) de nuestro país: el Monumento a la Revolución. El inmueble, que originalmente fue visionado por Porfirio Díaz para alojar al Palacio Legislativo, se convirtió en los años 30 en un recuerdo del movimiento armado de 1910. Sin embargo, no fue sino hasta 1986 que su sótano se transformó en museo.

El Museo Nacional de la Revolución reúne mapas, documentos, indumentarias y fotografías de este periodo histórico en la exposición permanente "Sesenta y tres años en la historia de México 1857-1920". Para completar tu visita te recomendamos subir al mirador, que ofrece bellas panorámicas, y conocer el mausoleo donde descansan los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y Francisco Villa.

Otros sitios famosos de la Toma de Zacatecas

La ciudad tiene varios monumentos y espacios dedicados especialmente a conmemorar la famosa batalla de 1914. En lo alto del cerro de la Bufa está el recientemente remodelado Museo de la Toma de Zacatecas, donde se exhiben fotografías, documentos, objetos y armamento de esta contienda. En seguida, en la Plaza de la Revolución están las esculturas ecuestres de los tres generales vencedores de la batalla: Francisco Villa, Felipe Ángeles y Pánfilo Natera.

Sobre la salida a Fresnillo está el Obelisco conmemorativo de los 50 años de la Toma de Zacatecas, conocido popularmente como "La Jeringa". este monumento está en los carriles que corren de norte a sur de la carretera federal núm. 49, unos 18 km al noroeste del centro.

Agujeros en Fresnillo

A 66 km al noroeste de Zacatecas, Fresnillo también tiene sus "balazos conmemorativos" de la Revolución en la torre de la Parroquia de la Purificación de Nuestra Señora (en el centro). Cuando Pánfilo Natera tomó la ciudad el 8 de mayo de 1913, los últimos soldados federales que resistieron se refugiaron en el templo y siguieron combatiendo desde el campanario. Los balazos para desalojarlos fueron muy nutridos, como se puede ver hasta hoy, pero no tuvieron el efecto deseado. Entonces Natera recurrió a otra táctica: ordenó quemar chile seco en la base de la torre. La humareda hizo bajar a los federales quienes finalmente se rindieron.

Un sobreviviente improbable

Algo más al norte del Portal de Rosales, en Avenida Hidalgo 407 y 413, estuvo el Palacio Federal que estalló durante la Toma de Zacatecas. En su lugar hoy hay hoteles y locales comerciales. No lejos de ahí está la Iglesia de Santo Domingo, que es quizá la más hermosa de la ciudad después de la Catedral. Este templo barroco también conserva en su ancha portada un buen número de horadaciones que parecen haber sido hechas durante la contienda de 1914. También las hay en el vecino Museo Pedro Coronel, aunque aquí han subsistido las que están en la cantera de la vieja portada.

Otro sitio con presuntos agujeros de bala se sitúa junto a la estación inferior del Teleférico. Ahí junto al acceso al Hotel Baruk están Las Peñitas, un grupo de rocas que durante la batalla sirvieron como trinchera federal. Ahí hay muchos hoyos, aunque es difícil distinguir si son naturales o hechura humana.

Arriba del Cerro de la Bufa, no obstante, se encuentra uno de los más impresionantes monumentos balísticos de la batalla, que además funciona muy bien como broche de oro de esta ruta. Se trata de esa rara torrecita de remate colorado que se yergue en el extremo noroeste del cerro, no lejos de la estación del teleférico. Es el Observatorio Meteorológico instalado ahí desde 1906. Lo sorprendente de este simpático edificio es que haya sobrevivido del todo a la Toma de Zacatecas. Está en uno de los puntos más vulnerables de la ciudad, junto a donde los federales ubicaron una de sus más fuertes posiciones de artillería. ¿Por qué sobrevivió a la batalla? Quizá por la enorme pericia de los artilleros villistas dirigidos por el general Felipe Ángeles, que no destruyeron más de lo necesario y sabían que el observatorio carecía de valor militar. Los muros de ladrillos europeos, sin embargo, conservan muchos agujeros, lo cual parece indicar que, por el contrario, la infantería revolucionaria atacó con furia y sin respetar mucho a esta institución científica.

A cien años de que las fuerzas al mando del general Pancho Villa sellaran en Zacatecas el triunfo definitivo de la Revolución sobre el gobierno de Victoriano Huerta, muchos eventos conmemorativos tendrán lugar este 2014 en esta bella urbe. Como complemento de tales eventos esta “ruta de los balazos” puede ser una excusa maravillosa y peculiar para recorrer y disfrutar toda la belleza de la capital zacatecana.

La ruta de los balazos

El comienzo de esta peculiar ruta podría ser el Santuario de Guadalupe, mejor conocido como “Guadalupito” (no confundirlo con la iglesia del pueblo conurbado de Guadalupe). Ubicado en el extremo sur del Centro Histórico, casi en el cruce de las avenidas González Ortega y Morelos, este bello templo de estilo ecléctico tal vez sea el edificio con mayor número de agujeros de bala en toda la ciudad. Columnas, marcos, cornisas y muros están llenos de cicatrices de la batalla, pero curiosamente solo la portada las ostenta; la cúpula, erigida en 1940, y las torres que ya son de nuestro siglo están libres de ellas.

La avenida González Ortega se convierte más al norte en la elegante avenida Hidalgo. El cruce de esta vía con el callejón de Rosales, donde se extiende el Portal de Rosales, es un excelente punto para ejercitarse en el arte de reconocer agujeros de bala del 23 de junio de 1914. A primera vista uno suele pasarlos por alto; pero cuando uno se fija con detenimiento en el Portal, ahí están los hoyos en los arcos, en los pilares y aun en los muros del piso superior. El edificio a contraesquina (Sanborns) tuvo también infinidad de agujeros, solo que en años recientes estos fueron resanados. En el mismo cruce, pero en la esquina suroeste, se levanta otro que bien podría competir con Guadalupito como el más agujereado de Zacatecas. En su cara norte contamos dos docenas de hoyos fácilmente visibles. Pero lo llamativo del asunto es que únicamente se concentran en ese lado del edificio, lo cual sugiere que aquí la “lluvia de balas”, de la que hablan los relatos de la Toma de Zacatecas, vino sobre todo desde el norte.

Tras las huellas de la Revolución Mexicana en Zacatecas

Te presenta esta ruta para descubrir, en algunos edificios de la capital zacatecana, los impactos de las balas grabados tras la Toma de la ciudad en 1914.

Uno puede ver decenas de veces la bellísima catedral de Zacatecas y nunca verlos; pero ahí están. Afortunadamente no son muy notables en la portadas barrocas, pero sí lo son en la torre norte sobre el muro que mira a la Plaza de Armas. Algunos parecen agujeros naturales de la cantera y quizá lo sean; pero otros muchos tienen la forma inconfundible de la piedra estrellada por el impacto violento de un proyectil metálico. Sí: son agujeros de bala que cada 23 de junio cumplen años de haber sido hechos al fragor de la Toma de Zacatecas, la batalla más famosa de la Revolución Mexicana.

Lo más interesante de estos agujeros de bala es que son abundantes y subsisten en edificios muy destacados de todo el Centro Histórico de Zacatecas, desde el Cerro de la Bufa hasta el Santuario de Guadalupe. Siguiéndolos se puede hacer un muy rico recorrido que permite rememorar claramente cuán dramática fue la batalla de 1914.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

La Bandera de México

La bandera de México es el símbolo más representativo de identidad como nación. Contiene en sí misma la historia y el proceso de constitución del país. Durante la Independencia Miguel Hidalgo y Costilla tomó como primera bandera del movimiento un estandarte de la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, desde los primeros años los insurgentes modificaron el diseño tantas veces como consideraron había que integrar algo en ella. En 1813, en vez de la imagen de la Virgen de Guadalupe se eligieron otro tipo de símbolos en los que persistió desde entonces el Águila posada en un nopal. El ave tenía además la Corona imperial. Posteriormente el águila tendría una posición de alas extendidas, con la cabeza de perfil, también con la corona.

Hay que recordar que México realizaba esfuerzos por ser reconocido como un Estado independiente y por lo tanto, después de que se integró el Congreso Constituyente los símbolos de esa independencia cobraban importancia en la bandera nacional. Por tanto, se decidió en él, retomar las raíces indígenas e incluir a la serpiente siendo devorada por el águila, omitiendo la corona del imperio desaparecido. Así, diversas modificaciones específicamente sobre el símbolo central que era el águila y la serpiente, se sucedieron tras eventos históricos de suma importancia como el Imperio de Maximiliano, en el cual se retomó la figura de la corona, esta vez del imperio francés. Posteriormente, el General Porfirio Díaz elegiría nuevamente la posición de alas extendidas para el águila.

Después de la Revolución Mexicana Venustiano Carranza, modificó la posición del águila retornando al simbolismo que representaba la fundación de Tenochtitlán, con el águila devorando a la serpiente, posada en un nopal. Respecto a los colores, inicialmente se pensó en ellos simbolizando el verde La Independencia, el blanco la religión católica, y el rojo la unión.

El 24 de Febrero cuando se unen las fuerzas libertadoras del país, se conmemora también el día de la bandera, y aunque esta a lo largo de la historia del país sufrió diversas modificaciones, sigue conmemorando esa fecha como el día de la bandera.

La representación correcta del escudo y la bandera, se encuentran contenidos en la “Ley sobre el escudo, la Bandera, y el Himno Nacionales”, que fue publicada en el Diario Oficial el 8 de febrero de 1984 por el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado. En esta ley se reconocen como símbolos patrios: el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales. La misma establece que el Escudo Nacional está constituido por un águila mexicana, cuyo perfil izquierdo está expuesto, además de que las alas están desplegadas en actitud de combate. También hace referencia a la posición del plumaje, así como la posición de la serpiente que sujeta con la garra derecha. Aparece también en nuestra bandera la rama de un encino y la de un laurel formando un semicírculo unidos por un listón dividido en tres secciones.

Además de los colores, el Escudo y la posición de sus elementos la Ley prevé fechas especiales y significativas en las que la bandera debe de izarse en sitios oficiales, como el 21 de enero, aniversario del nacimiento de Ignacio Allende, el 1º de febrero, cuando se inician las sesiones ordinarias del Congreso de la Unión, 5 de febrero, aniversario de la promulgación de la Constitución, el 24 de febrero día de la Bandera, entre otros.

Existen tres modelos visibles de la bandera nacional, uno se encuentra en el Archivo General de la Nación, otro se puede observar en el Museo Nacional de Historia y otro más en la casa de Moneda. El lábaro patrio simboliza la evolución de la nación mexicana, la lucha por su independencia y la posterior búsqueda de la identidad como nación, fundada en valores que reúnen un origen común.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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La Conquista de México

Tras el descubrimiento de América, los europeos se interesaron por las noticias de grandes yacimientos de oro en ese continente. Carlos V, rey de España, necesitado de fondos para financiar sus campañas bélicas contra Inglaterra, autorizó que cualquier español emprendiera el “rescate de oro” en América con la condición de que su gobierno recibiera la quinta parte.

La Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, escrita por Bernal Díaz del Castillo, quien acompañó a Hernán Cortés, es la fuente principal para conocer los sucesos relacionados con la conquista de México por el Imperio Español. Los relatos de la gente conquistada rara vez se escuchan, pero existen documentos que datan de 1528, escritos en Náhuatl, donde se relatan ocho presagios que sucedieron diez años antes de la llegada de los españoles. Éstos son una extraña aparición en el cielo; fuego consumiendo el templo de Huitzilopochtli; un relámpago destruyó el templo de paja de Xiuhtecuhtli, la apariencia de fuego cruzando el cielo; el hervor e inundación de un lago cerca de Tenochtitlán; mujeres llorando noche tras noche; la captura de una creatura desconocida en una red de pesca; y haber visto monstruos con dos cabezas caminando por la ciudad. El Emperador Moctezuma consultó a los adivinos para determinar las causas de estos presagios y no pudieron dar una explicación, hasta la llegada de los españoles.

En 1517, Hernández de Córdoba fue enviando a explorar la península de Yucatán. Veinte y dos españoles murieron atacados por los mayas y Córdoba fue fatalmente herido. Un año después de esta fatídica expedición, el Gobernador Velazquez decidió comisionar otra, bajo el mando de su sobrino Juan de Grijalva. Sus cuatro barcos viajaron a lo largo de la costa de Yucatán para desembarcar en la región de Tabasco, parte del imperio Azteca. Antes de que ésta volviera, Velázquez decidió enviar una tercera y más grande expedición para explorar la costa de México, Hernán Cortés, uno de sus favoritos, fue nombrado comandante. Las instrucciones eran comenzar relaciones de intercambio comercial con las tribus indígenas de las costas. A Cortés, motivado por su ambición personal decía: “Nosotros los españoles sufrimos de una enfermedad que sólo el oro puede curar”. Su contingente consistió de once barcos con aproximadamente 100 marineros, 530 soldados, un doctor, algunos carpinteros, ocho mujeres, algunos cientos de cubanos y algunos africanos, libres y esclavos.

Cortés pasó un tiempo en la isla de Cozumel, intentando convertir a los nativos al Cristianismo, después continuó su viaje a la Península de Yucatán. Encontró a Jerónimo de Aguilar, un español que sobrevivió a un naufragio en 1511 y desde entonces había estado viviendo entre los mayas. Cortés luego conoció a una mujer que llamó Doña Marina, conocida comúnmente como Malinche. Estos dos personajes que se integraron al equipo de Cortés fueron la clave del éxito. Cortés le hablaba a Jerónimo de Aguilar en español, él traducía al maya para Malinche y ella traducía al nahuatl, el idioma de los Aztecas.

La Malinche aprendió español, se convirtió en la amante de Cortés y le dio un hijo. Malinche derivó en malinchista, un término que significa traidor.

Los totonacas ayudaron a Cortés a construir la ciudad de La Villa Rica de la Vera Cruz, el comienzo de su intento por conquistar al imperio azteca. El 10 de julio de 1519 se proclamó la Villa Rica de la Vera Cruz, la actual ciudad de Veracruz. La ley de España establecía que si se fundaba una ciudad con cabildo, inmediatamente se convertía en autónoma. Cortés creó el cabildo y le ordenó nombrarlo Capitán General. Con este nuevo rango, Cortés sólo le debía obediencia al Rey de España y ya no estaría sometido a la autoridad de Velázquez.

Los aztecas ofrecieron poca resistencia ante los avances de los españoles porque creían que Cortés era el dios Quetzalcóatl quien, según la profecía, regresaría. El hecho de que los hombres que habían llegado del mar tenían piel clara y barbas largas motivó la creencia de que la divinidad Azteca había regresado. Algunos historiadores han discutido esta versión, argumentando que este mito fue fabricado por los españoles para convencer a los aztecas sobre la naturaleza divina de su misión, facilitando la aceptación de Cristo al asociarlo con los dioses ancestrales.

Cortés luego llegó a Tlaxcala, una confederación de aproximadamente 200 pueblos que no tenían un gobierno central. Los tlaxcaltecas llevaban casi cien años en guerra y sabían que inevitablemente los aztecas los conquistarían como ya lo habían hecho con todos los territorios alrededor. Los tlaxcaltecas tenían rodeados y prácticamente derrotados a los españoles durante su primera batalla pero fueron persuadidos por uno de sus líderes a bajar las armas, creyendo que era mejor aliarse con los españoles que matarlos. Así comenzó una muy amable alianza entre los dos, Cortés incluso convenció a los cuatro líderes de Tlaxcala a bautizarse y adoptar nombres españoles.

El 12 de octubre de 1519, Cortés y sus hombres, acompañados por 3,000 tlaxcaltecas, entraron a Cholula. Moctezuma intentó detenerlos pero no tenía suficientes soldados porque era una ciudad sagrada donde se confiaba en el poder de los dioses para su protección. Se dice que en la Masacre de Cholula murieron 30,000 personas. Este evento causó tanto terror en otras culturas Mesoamericanas, que el Imperio Azteca prefirió acatar las demandas de Cortés antes que ser masacrados.

Existe un gran debate acerca de la manera en que Moctezuma, el gran emperador Azteca, recibió a Hernán Cortés en Tenochtitlán. El relato de testigos españoles cuenta que Moctezuma los recibió con gran fastuosidad, cubriendo a Cortés con las flores de su propio jardín, el mayor honor. Otros historiadores argumentan que esto era imposible que un emperador considerado sagrado, se profanara entrando en contacto con un foráneo que venía sucio del viaje, en frente de sus súbditos. La contradicción entre el emperador arrogante y el humilde servidor de Quetzalcóatl ha sido un gran tema de discusión.

Moctezuma dio hospedaje al español y sus 3000 aliados en el palacio de su padre y aceptó todas las exigencias de Cortés. Le entregó regalos de oro, eliminó dos ídolos del templo principal, lavó la sangre que manchaba las paredes de la gran pirámide e instauró santuarios a la Virgen María. Tras cumplir con esto, Cortés tomó prisionero a Moctezuma en su propio palacio y exigió una enorme recompensa de oro, lo que le fue entregado. La población de Tenochtitlán comenzó a sentir la presión de alimentar no sólo a los españoles, sino también a sus miles de aliados Tlaxcaltecas.

Durante una celebración en Tenochtitlán y sin la autorización de Cortés, varios españoles atacaron y asesinaron a muchos miembros de la nobleza azteca, conocida como la Masacre del Templo Mayor. Algunos argumentaron que los aztecas planeaban matar a los españoles pero se cree que no existía ninguna amenaza real. La matanza provocó una enorme indignación y los mexicas se lanzaron contra el palacio donde los españoles se atrincheraron con Moctezuma de rehén. En respuesta, la ciudad se levantó en armas y procurando la paz, Cortés hizo que Moctezuma subiera a uno de los muros del palacio para que hablara con su gente. Sin embargo, una pedrada hirió a Moctezuma de gravedad durante su discurso y falleció un día después a causa de la herida. Se eligió a Cuitlahuac como su sucesor.

El 30 de junio de 1520 comenzaron una caótica huida de Tenochtitlán en la que más de 800 españoles y 5,000 aliados murieron atacados por los aztecas. Cuenta la leyenda que Cortés lloró por estas graves pérdidas en lo que se conoce como la Noche Triste.

Tras una renovada alianza con los enemigos de los aztecas, Cortés sitió a Tenochtitlán durante ocho meses. Además de destruir su acueducto y cortar el suministro de alimentos, los habitantes de Tenochtitlán estaban muriendo rápidamente debido a la viruela, una nueva enfermedad que llegó desde Europa y mató a un tercio de los habitantes del valle en menos de seis meses. A pesar de la valiente resistencia, el 13 de agosto de 1521, la ciudad se rindió ante los españoles. Cortés personalmente torturó a Cuauhtemoc, el último emperador azteca, para forzarlo a confesar el escondite del oro de Moctezuma. El emperador jamás reveló esta información, tal vez porque tal tesoro nunca existió.

El Emperador Carlos V nombró a Antonio de Mendoza como el primer virrey de la Nueva España en 1535.

A Cortés sólo le tomó tres años tomar Tenochtitlán y es considerado el episodio principal de la Conquista pero el proceso en realidad tardó 60 años y hubiera tardado más si no fuese por las epidemias de enfermedades europeas que mataron al 75% de la población mesoamericana.

Himno Nacional Mexicano

El Escudo, la Bandera y el Himno Nacional son los símbolos más importantes del Estado Mexicano. Tienen en sí mismos, una connotación histórica e ideológica que se transforma en identidad nacional. Debido a su trascendencia, son regulados por la ley del mismo nombre.

México, en el siglo XIX luchaba entre otras cosas, por alcanzar un territorio libre, pacífico y un orden político-jurídico. La historia del Himno Nacional Mexicano es representativa de esta etapa, ya que la aceptación del Himno, no fue tampoco fácil; interviniendo en él muchas voces y voluntades que deseaban darle letra y música a ideas a veces patrióticas y soñadoras.

Entre los primeros intentos se encuentra la propuesta musical de José Torrescano de 1821, misma que no tuvo la penetración que se deseaba en una composición de esta naturaleza. Debido a ello, la Academia de San Juan de Letrán convocó a los compositores para dar vida a la letra del Himno, del proceso se sabe, hubo treinta propuestas de las que se eligieron curiosamente, la de Andrew Davies Bradburn, estadounidense, musicalizada ésta por Henry Hertz de origen austriaco, y la de Félix María Escalante, mexicano.

El problema de tales propuesta no radicaba quizá en la estructura musical, sino en la significación que debía tener para el pueblo mexicano, el cual no las aceptaba. Fue el caso de éstas y las posteriores letras, como las de Juan Miguel Lozada, cubano, Kart Boscha. Entre 1850 y 1853 se registran otras aportaciones con el mismo fin, la de Antonio Barilli, italiano, la de Max Maretzek, Húngaro, y la de Ignacio Pellegrini, Italiano.

Fue Antonio López de Santa Anna, quien en 1853 realizó otra convocatoria representado por Miguel Lerdo de Tejada. El proceso tampoco dio resultados inmediatos, ni satisfactorios, puesto que habiéndose elegido la letra ganadora, por el Jurado integrado por José Bernardo Couto, José Joaquín Pesado y Manuel Carpio, y que era de la autoría del Maestro Francisco González Bocanegra, la musicalización hecha por el también Maestro Juan Bottesini, no era la adecuada. Por tanto, una nueva convocatoria fue dada a conocer, esta vez, para completar el himno con composición adecuada a la relevancia de tan bella letra.

La ganadora fue la de un participante que sólo había firmado como “J.N.”, obteniendo el reconocimiento como autor el Catalán radicado en México, Jaime Nunó. De esta forma, el 15 de septiembre de 1854 lo que entonces era el Teatro Santa Anna, escuchó por primera vez el Himno Nacional en la interpretación de la Compañía de Ópera Italiana, bajo la dirección de uno de los concursantes, el Maestro Juan Bottesini, y en voz de Lorenzo Salvi y Claudia Florenti.

Dada su importancia y representatividad para el pueblo de México, el himno es oficialmente reconocido en 1943 en el Diario Oficial de la Federación por el entonces presidente Manuel Ávila Camacho. Pero es hasta el 8 de febrero de 1984 cuando en la misma publicación oficial se presenta la Ley que norma La Bandera, el Escudo y el Himno Nacional Mexicano.

La Ley sobre El Escudo, La Bandera y el Himno Nacional, en su capítulo quinto (pp. 9-10) se refiere a la Ejecución y Difusión del Himno Nacional. En el ordenamiento se indica que el canto, ejecución, reproducción y circulación del Himno Nacional, debe apegarse a la letra y música de la versión que se establece en tal documento, y al mismo tiempo se encuentra estrictamente prohibido la alteración de la letra o música del Himno Nacional. Se indica además, que éste no puede ser ejecutado en composiciones o arreglos, ya sea total o parcialmente, lo cual implica que el himno siempre se debe de reproducir con la letra y música originales, sin variación alguna, ni en forma parcial. Al respecto, existe excepción para los medios de comunicación, los cuales pueden reproducirlo fragmentariamente previa autorización de la Secretaría de Gobernación.

Otro aspecto interesante de la norma que rige la interpretación del Himno Nacional, es que en su capítulo 39 Bis, permite que los pueblos y comunidades indígenas puedan ejecutarlo traducido a su propia lengua, y el organismo facultado para realizar tal traducción es el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, quien a su vez debe obtener la autorización de la Secretaría de Gobernación y de la Secretaría de Educación Pública para tal fin.

Asimismo, cualquier reproducción o edición que se escuche del Himno Nacional, requiere estrictamente de la autorización de éstas dos últimas instancias, lo mismo que los eventos o espectáculos en cualquier medio que tengan por objetivo hablar de dicho tema.
El Himno Nacional, de acuerdo a la misma Ley, sólo puede ser ejecutado total o parcialmente en actos de carácter oficial, cívico, cultural, escolar o deportivo, como lo indica su artículo 42, así como para rendir honores a la Bandera Nacional y al Presidente de la República, cuando se trata de rendir honores tanto a la Bandera como al Presidente se establece que deben de ejecutarse la música del coro, de la primera estrofa terminando con la repetición de la del coro.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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martes, 10 de noviembre de 2015

Invasiones a México II; La Intervención Francesa

La Intervención francesa de México por el ejército del Segundo Imperio Frances es también conocida como la Guerra Franco-Mexicana. Esta invasión fue orquestada por Francia, España y la Gran Bretaña tras el anuncio del Presidente Benito Juárez informando que México suspendería todos los pagos a la deuda externa. Estos tres países eran los principales acreedores de México. Tras la firma del Tratado de Londres en Octubre, acordando unir sus esfuerzos para exigir el pago, las tropas y flotas españolas, británicas y francesas arribaron al puerto de Veracruz en enero de 1862. Tan pronto como los españoles y británicos notaron la intención de Francia para conquistar México, retiraron sus fuerzas de México en abril de ese mismo año.

Los franceses vieron una gran oportunidad para conquistar México porque Estados Unidos estaba peleando su Guerra Civil y por lo tanto, no le era posible intervenir. El ejército francés sufrió una derrota inicial en la Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862 (México aún celebra esta victoria cada cinco de mayo) y eventualmente derrotaron a las fuerzas mexicanas tras el arribo de más tropas Francesas, en septiembre. El Presidente Benito Juárez huyó a Chihuahua cuando la ciudad de Puebla cayó en manos de franceses en Mayo 1863, estableciendo un gobierno en el exilio. Las tropas francesas hicieron su entrada triunfal a la Ciudad de México en Junio 1863, designando al General Almonte como Presidente Provisional de México.

Napoleón III de Francia deseaba formar un gran imperio y detener la expansión de Estados Unidos. El Archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo aceptó la corona y arribó a Veracruz en mayo de 1864 junto con su esposa, la princesa belga Carlota, convirtiéndose en Emperador de México. Un hombre inteligente con una gran educación, era seguir de los ideales progresistas liberales de moda en Europa, esto lo hizo perder la simpatía de la Iglesia y de algunos conservadores.

La mayoría de los mexicanos defendían la soberanía de su país y apoyaban a Juárez como jefe del gobierno nacional. Napoleón III retiró de México a las tropas que habían apoyado a Maximiliano, facilitando que los liberales destituyeran al imperio invasor. Los Generales Ramón Corona y Mariano Escobedo sitiaron a Maximiliano en Querétaro. El emperador se rindió el 15 de mayo y fue sentenciado a muerte. Muchas grandes personalidades de Europa enviaron telegramas a México rogando que Maximiliano fuese perdonado, pero Juárez se rehusó; enviando un mensaje al mundo entero, México no toleraría la imposición de poderes extranjeros. Maximiliano fue ejecutado el 19 de junio en el Cerro de las Campanas.

El Presidente Juárez regresó el poder a la capital del país y restauró la Constitución. Instaurando la separación de la Iglesia y el Estado, confiscó las tierras de la Iglesia, estableció los matrimonios civiles y prohibió la participación del clero en asuntos políticos.

El partido conservador terminó completamente desacreditado por haberse aliado con los franceses, por lo que el partido liberal no tuvo competencia durante los primeros años de la República Restaurada. En 1871, Presidente Benito Juárez fue reelecto sin tomar en consideración la prohibición constitucional de las reelecciones. General Porfirio Díaz, un héroe de la guerra francesa, lanzó una rebelión contra el presidente y estaba a punto de ser derrotado cuando Juárez murió en Julio 1872. Díaz perdió las elecciones contra el presidente interino Sebastián Lerdo de Tejada pero volvió a rebelarse en 1876, cuando Lerdo de Tejada intentó forzar una reelección. Díaz logró llegar a la presidencia y la mantuvo hasta 1911, cuando la Revolución comenzó en su contra por mexicanos cansados de sus repetidas reelecciones.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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Invasiones a México I; Guerra México - Estados Unidos

La guerra México-Estados Unidos fue un conflicto bélico entre estos dos países de 1846 a 1848 relacionado con la anexión en 1845 de Texas al territorio norteamericano. México se rehusó a reconocer esta secesión y consideró a Texas como una provincia rebelde.

Tras su independencia de España en 1821, México heredó las provincias de Alta California, Nuevo México y Texas de España. Debilitado y prácticamente en bancarrota tras la guerra, el nuevo gobierno mexicano fue incapaz de gobernar sus territorios del norte a miles de kilómetros de la capital.

Buscando controlar la región fronteriza de Texas, el gobierno mexicano permitió que unos cuantos cientos de norteamericanos se asentaran en el área pero esto desembocó en que miles de ellos llegaron a vivir al lugar. Los habitantes de habla inglesa pronto se convirtieron en la mayoría.

Estados Unidos intentó, en repetidas ocasiones, comprar Texas. México, gobernado por el Emperador Agustín de Iturbide y su sucesor, Antonio López de Santa Anna, fervientemente se opuso a vender el territorio.

Mientras tanto, los habitantes de Texas se habían estado desilusionando del gobierno mexicano. Muchos se quejaban de la ubicación de su capital, la cual periódicamente fluctuaba entre Saltillo y Monclova, en el Estado de Coahuila, a 800 kilómetros de distancia. Los tejanos querían formar otro Estado con su propia capital, perteneciente a México pero independiente de otros.

Los habitantes de Texas también peleaban por tener los derechos otorgados en Estados Unidos, como por ejemplo, la libertad de culto; México exigía que los colonizadores se declararan seguidores de la Iglesia Católica. Tampoco estaban de acuerdo con la falta de esclavos, en México se había abolido la esclavitud desde 1829. En 1836, de una población total de 38,470 personas en Texas, 5,000 de ellos eran esclavos.

En 1845, el recién electo Presidente James K. Polk intentó conseguir un acuerdo con México para establecer la frontera en Río Grande y comprar California. Frustrado porque México se rehusó a negociar, en enero de 1846, Polk le ordenó al ejército avanzar hasta el Río Grande.

El primer choque armado sucedió el 24 de abril de 1846 en Rancho Carricitos, ubicado en Texas al norte del Río Bravo. Una caballería mexicana de 2,000 hombres atacó a un grupo de 63 estadounidenses que habían sido enviados para resguardar este territorio en disputa; murieron 11 soldados norteamericanos. Esta zona era reclamada como propia por el gobierno de Estados Unidos, lo que llevó al presidente Polk solicitar al Congreso una declaración de guerra, argumentando “Sangre estadounidense ha sido derramada en suelo estadounidense”.

El Congreso de Estados Unidos declaró la guerra el 13 de mayo de 1846. El país se vio obligado a enfrentar a Estados Unidos sin un ejército ni una población preparada.

Esta declaración de guerra desató una gran controversia en Estados Unidos. Un grupo de disidentes marcharon en Washington llamando a la guerra contra México “una guerra agresiva, profana e injusta” y abogaron en contra de enviarles provisiones y armamento a los soldados. El líder de este movimiento, Joshua Giddings, declaró: “En el asesinato de Mexicanos sobre su propio suelo y de robarles su propio país, no puedo participar ahora ni en el más allá. La culpa de estos crímenes debe quedar sobre otros. Yo no participaré. Acusamos al presidente de usurpar el poder para generar guerras y apropiarse de una nación que ha estado durante siglos bajo el dominio de mexicanos. Revisemos bien nuestro deseo de dominio. Tenemos suficiente territorio.”

Los abolicionistas del norte condenaron la guerra como un intento de los del sur por continuar la posesión de esclavos. Henry David Thoreau fue encarcelado por rehusarse a pagar impuestos y así dejar por sentado que él no apoyaba esta guerra, fue en prisión donde escribió su famoso ensayo “Desobediencia Civil”.

El General Ulysses S. Grant era un joven oficial bajo el mando del General Taylor durante la invasión a México. El General Grant opinó que esta guerra causó que Dios castigara a Estados Unidos con la Guerra Civil. “Considero a esta guerra como una de las más injustas perpetradas por una nación más fuerte contra una más débil. Este fue el caso de una república siguiendo el mal ejemplo de las monarquías europeas, sin tomar en consideración a la justicia en su deseo de adquirir territorio adicional.”

Se calcula que 25,000 mexicanos murieron durante la Guerra México-Estados Unidos y 13,000 soldados de EE.UU., pero sólo 1,700 en combate. El noventa por ciento murió de enfermedades, como la fiebre amarilla.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo fue aprobado por el Senado de Estados Unidos y ratificado por el Congreso de México en Marzo de 1848. Este puso fin a la guerra y le cedió en indiscutido control de Texas a Estados Unidos, estableciendo una frontera entre los dos países en Río Grande. En este tratado también se cedieron a los Estados Unidos los actuales estados de California, Nevada, Utah y partes de colorado, Arizona, Nuevo Mexico y Wyoming; en total, México perdió dos terceras partes del territorio nacional. Por esta entrega, México recibió 15 millones de dólares, menos de mitad de lo ofrecido por Estados Unidos por esas tierras antes de que comenzaran las hostilidades. El gobierno estadounidense también adquirió una deuda de 3.25 millones de dólares que el gobierno mexicano le debía a ciudadanos de EE.UU. Tras esta monumental pérdida de territorio, el gobierno mexicano emprendió una iniciativa para colonizar sus territorios del norte y así protegerse de futuras pérdidas.

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Guadalupe Victoria

Guadalupe Victoria nació el 29 de septiembre de 1786, en Durango, bautizado con el nombre de José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix. Estudió en el Seminario de Durango y luego en la Ciudad de México, en el Colegio de San Ildefonso. En 1811, se unió a la lucha independentista liderada por Miguel Hidalgo, como miembro del ejército de José María Morelos, con quien combatió contra el ejército realista.

Se cambió el nombre en honor a la virgen patrona de México, tras tomar la plaza de Oaxaca, frente a la Iglesia de Guadalupe.
En 1821 exhortó a la concordia de los distintitos caudillos independentistas para pacificar al país y le propuso a Iturbide que el gobierno de la nación estuviese encabezado por un insurgente pero sus ideas fueron rechazadas.

Victoria se declaró en contra del emperador Agustín de Iturbide, manifestando sus ideas republicanas, por lo que fue encarcelado por los imperialistas pero logró fugarse y partió a Veracruz, donde firmó, junto con Vicente Guerrero y Santa Anna, el Acta de Casa Mata en 1823, solicitando la reinstalación del Congreso Constituyente que había sido disuelto por Iturbide.

Al desmoronarse el Imperio, facilitó la salida de Iturbide del país y luego consagró la formación de la República Federal. El Congreso nombró a Guadalupe Victoria como el primer Presidente de la República en octubre de 1824. Con ese cargo logró grandes alianzas diplomáticas con Estados Unidos, Inglaterra y América Central. También constituyó la marina de guerra que liberó a San Juan de Ulúa de manos de los españoles en 1825, consagrando así su mayor logro, la Independencia de México. Integró su primer gabinete con destacados líderes independentistas y estableció el Colegio Militar. Es recordado con orgullo por haber abolido la esclavitud, la intolerancia religiosa y defender la libertad de expresión.

Su presidencia fue atacada por su vicepresidente, Nicolás Bravo, quien lideró una revuelta en contra del gobierno republicano. Sin embargo, la insurgencia fue fácilmente suprimida por los generales Santa Anna y Guerrero.

Entre los diversos conflictos que tuvo que enfrentar su presidencia, estaban las pugnas entre la Logia Escocesa que pretendía ventajas para las inversiones inglesas; y la Logia Yorquina, que intentaba influir en su gobierno para conservar el orden jerárquico heredado de la colonia. De estos conflictos surgió la insurrección popular conocida como Motín de la Acordada que obligó a renunciar a su secretario de guerra.

El Congreso nombró presidente a Vicente Guerrero a quien Victoria entregó el poder el 1 de abril de 1829, retirándose a su hacienda El Jobo en Veracruz, donde murió de epilepsia en 1843 y allí fue sepultado pero en 1925, fue nombrado “Benemérito de la Patria” por el Congreso y sus restos fueron trasladados a la Columna de la Independencia, en la Ciudad de México.

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jueves, 5 de noviembre de 2015

Francisco I. Madero, Biografía e Información

Nació el 30 de octubre de 1873, en la Hacienda el Rosario de Parras, Coahuila. Hijo de Francisco Indalecio Madero Hernández y Mercedes González Treviño. De acaudalada familia, estudió agricultura en Maryland, Estados Unidos; Administración de Empresas en el Hautes Études Commerciales de Jouy-en-Josas cerca de París y en la Universidad de California en Berkeley.

En 1904 comenzó a incursionar en asuntos políticos, dentro del estado de Coahuila. Pronto se le nombró presidente del Partido Democrático Independiente, el cual se oponía a la reelección del gobernador Miguel Cárdenas.

En 1908 publicó el libro La Sucesión Presidencial de 1910, proponiendo restaurar la democracia a través de formar un gran partido político que contendiera en las elecciones presidenciales de 1910.

En 1909 fundó el Partido Nacional Antirreelaccionista para terminar con el presidente Porfirio Díaz, quien había ocupado el cargo desde 1876, partido con el cual se postuló como candidato a la presidencia de la República. Emprendió una intensa campaña política a lo largo de todo el país para difundir sus principios democráticos.

El 6 de junio, Porfirio Díaz ordenó la detención de Madero, por lo que fue encarcelado en San Luis Potosí. Desde allí recibió la noticia de haber ganado la mayoría de votos en las elecciones presidenciales pero Díaz se declaró nuevamente reelecto.

En octubre de ese mismo año Madero huyó y se refugió en San Antonio, Texas. Desde allí lanzó el Plan de San Luis que provocó la renuncia del Presidente Díaz en 1911 y una guerra civil que duró diez años y costó la vida a más de un millón de mexicanos.

Madero designó gobernadores provisionales y convocó a la insurrección nacional para remover del poder al dictador, iniciándose el 20 de noviembre de 1910.

En Chihuahua, Pascual Orozco y Francisco Villa se unieron a la causa de Madero, a pesar de no tener preparación militar eran excelentes estrategas y fueron seguidos por gente del norte, descontenta por los latifundios ganaderos. En Morelos se unió Emiliano Zapata seguido por campesinos quienes reclamaban sus derechos sobre la tierra y el agua. En la ciudad de México hubo motines contra Porfirio Díaz.

El ejército de Porfirio Díaz no pudo contener la fuerza del descontento general por lo que las fuerzas maderistas rápidamente obtuvieron el triunfo. Madero instaló su gobierno provisional justo al conseguir la primera victoria del levantamiento. Un ataque sorpresivo dirigido por Pascual Orozco, Francisco Villa, José de la Luz Blanco y José Garibaldi logró capturar la Plaza de Ciudad Juárez.

En mayo de 1911 se firmó la paz en Ciudad Juárez, entre el gobierno de Díaz y los seguidores de Francisco I. Madero. Porfirio Díaz renunció a la presidencia y se exilió en Francia, donde murió en 1915.

Francisco I. Madero triunfó en las elecciones para presidencia, asumiendo el Poder Ejecutivo el 6 de noviembre de 1911 con José María Pino Suárez en la vicepresidencia.

Emiliano Zapata y Pascual Orozco se rebelaron contra Madero porque su gobierno no estaba identificado con las clases marginadas. Madero le dio ordenes al general Victoriano Huerta de combatir estos levantamientos y derrotó a Orozco. Huerta conspiró con Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, y con Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos en México para derrocar a Madero en un golpe de estado conocido como La Decena Trágica.

Un golpe de Estado iniciado el 9 de febrero de 1913 por Victoriano Huerta detuvo como prisionero a Madero y obligó su renuncia el 19 de febrero. Tres días después, a pesar de haber prometido respetar su vida, Huerta ordenó el asesinato de Madero y Pino Suárez, ejecutados al lado de la penitenciaría de la Ciudad de México.

Emiliano Zapata

De origen campesino mestizo, fue un líder revolucionario dedicado a defender los derechos del pueblo, “la tierra es de quien la trabaja”. En 1910 se unió a la Revolución incitada por Francisco I. Madero con el objetivo de derrocar al régimen de Porfirio Díaz, con su propio ejército formado por peones que reclutó al grito de “Tierra y Libertad”.

Nació en Anenecuilco, Morelos en 1879 y tras haber participado en 1906 en una asociación que planteaba la necesidad de defender a los campesinos de la voracidad de los hacendados porfiristas, se le castigó con un año de servicio en el ejército.

En 1909 fue electo presidente de la Junta de Defensa de la Tierras de Anenecuilco, incitando a la gente a trabajar pacíficamente la tierra, pero armados con carabinas para defenderse de quien quisiera usurpar este derecho.

En 1910, fue atraído por las demandas agrarias del Plan de San Luis, incorporándose a la causa de Madero, quien asumió la presidencia en 1911, pero tras este triunfo, los hacendados no permitieron el reparto de las tierras. Ante esta traición, Zapata formuló su programa de reforma agraria, conocido como el Plan de Ayala; su improvisado ejército tomó Yautepec, Cuautla y Cuernavaca, negándose a bajar las armas hasta consagrar el derecho de los peones a la tierra.

Cuando el Plan de Ayala fue proclamado, Zapata continuó defendiendo su causa ante los gobiernos de Madero, Victoriano Huerta y Venustiano Carranza, logrando repartir la tierra, confiscar los ingenios, fundar un banco agrícola, establecer escuelas primarias, promover la organización tradicional de los campesinos y liquidar el latifundismo.

Emiliano Zapata siempre se mantuvo lejos de la demagogia política, su único interés era luchar junto con los campesinos por una vida digna. En una carta dirigida a Pancho Villa, Zapata expuso claramente su filosofía: “…la ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía”.

Durante los gobiernos del dictador Victoriano Huerta (1913-1914) y el presidente Venustiano Carranza (1914-1920), Zapata continuó su actividad en contra del gobierno en todo el sur del país, entrando triunfalmente junto con Pancho Villa a la Ciudad de México en 1914.

Emiliano Zapata fue asesinado en 1919 en una emboscada organizada por Venustiano Carranza, en la Hacienda de Chinameca. Esto derrotó militarmente al movimiento zapatista, pero sus ideales continuaron vigentes.

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Antonio López de Santa Anna, Personaje de Controversia de la Historia

La figura de Antonio López de Santa Anna en la historia de México, ha sido muy controvertida. Cuando se habla de historia, siempre se juzga a los personajes por el resultado final de sus actos, así desafortunadamente hemos divido a los seres humanos que pudieron trascender de alguna u otra manera, como héroes o como traidores. Es una forma muy subjetiva de tratarlos, y por ello, hablar de un personaje como éste es muy importante. Hay que preguntarnos cómo siendo tan despótico pudo lograr estar varias veces en el poder. Santa Anna puede entenderse como un personaje de gran carisma, personalidad imponente y sobre todo, algo que no se comenta nunca, un compromiso que asumió moralmente con México, en la lucha con Estados Unidos, aunque finalmente no hubiera tenido los recursos materiales ni estratégicos para vencer.

Antonio de Papua María Severino López de Santa Anna y Pérez Lebrón, es el nombre completo del personaje que nació en 1794 en el Estado de Veracruz. Desde joven ingresó a la carrera militar la cual era de las más prestigiadas en ese tiempo, precisamente por el contexto que vivía el país; había una lucha constante por ordenarlo políticamente y una de las formas de hacerlo, era la conquista del enemigo a través de las armas. Mucho tiempo estuvo sirviendo como militar ahí en su estado natal, luego en 1821, cuando estaba en su pleno apogeo la lucha entre españoles y criollos, peleó con José Joaquín de Herrera, quien era uno de los principales hombres que querían llevar a cabo el Plan de Iguala.

Para ubicarnos un poco en este tiempo histórico, debemos recordar que en la Independencia, lo que se buscaba en primer lugar era lograr un gobierno nacional independiente, y que todas las influencias externas desaparecieran. En este momento no había intereses todavía personales, porque lo que se buscaba era unificar al país en este proceso. Uno de los militares que sobresalió fue Iturbide, que después de haber luchado contra los españoles, él mismo se nombra emperador y entonces Santa Anna empieza a separarse de él, después de que había seguido su carrera militar y política.

En 1822 luchará contra Iturbide junto con Guadalupe Victoria con quien pone en marcha el Plan de Casa Mata que le derrocaría. En 1826 se encuentra al servicio de Vicente Guerrero, quien se enfrenta con Manuel Gómez Pedraza en las elecciones por la presidencia, mismas que se declaran nulas tras lo cual Guerrero se asume como presidente. Después de este triunfo Santa Anna se va a su hacienda llamada Manga de Clavo. Sin embargo, será en este momento cuando empieza verdaderamente su carrera política, ya que era muy común que un general con tales triunfos militares fuese reconocido públicamente, lo que le lleva a ser propuesto a la Presidencia. Abandonará la Presidencia en 1833 argumentando una enfermedad, en su lugar fungirá como Presidente Valentín Gómez Farias. A su regreso a la presidencia, tuvo que resolver muchos conflictos, entre los que están la mala relación con Estados Unidos por sus intereses territoriales, la economía devastada de un país que además, tenía pocos ingresos y muchos egresos por la guerra.

En la pugna entre liberales y conservadores, éstos últimos veían en la figura de Santa Anna una gran posibilidad, pues lo llamaron para formar un gobierno centralista, ya que él mismo iba de una tendencia política a otra, y esta vez, lo llamaron para sacarlo del destierro al que lo enviaron los liberales.

En 1838 también intervino en la guerra de los pasteles, cuando Francia buscaba un pretexto para intervenir a México. En otra acción en Veracruz, precisamente contra el ejército francés, cuando éste finalmente llegó para atacar el país, perdió una pierna con una granada, y esto para sus seguidores fue el reflejo de su papel heroico. En este tiempo se llevó a cabo la guerra de México con los Estados Unidos, en la que desempeñó un papel militar muy cuestionado, pues no pudo organizar eficazmente las tropas y se le acusó de haber ocasionado la derrota.

Para México no fue posible organizar la defensa. Se carecía de un verdadero ejército, de armas y de dinero. Los norteamericanos, que bloqueaban la costa, dejaron pasara Santa Anna, procedente de Cuba, donde había estado desterrado, seguros de poder comprar al General. Santa Anna trató de conseguir fondos, reunir hombres y comprar armas, pero sin resultado, debiendo retirar a sus tropas. La derrota originó también su renuncia a la presidencia, aunque trató de organizar la resistencia, lo que tampoco logró ya con el ejército y los grupos políticos opuestos a él, lo que culminó con la firma el documento Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, un tratado de paz, amistad y límites entre México y Estados Unidos, donde se reconocía la pérdida de Texas y la Alta California; además la línea divisoria afectó los estados de Tamaulipas y Sonora y el territorio de la Baja California.

La pregunta final, es si puede juzgarse a un personaje de forma parcial, por la pérdida de territorio en medio de un contexto de total adversidad no sólo para defender al país, sino bajo el cual había una rebelión y organización de los grupos de civiles que deseaban la independencia de Texas del territorio nacional.

En 1855 terminó su último período en la presidencia cuando Juan Álvarez o derrocó a través del plan de Ayutla. Santa Anna huyó al extranjero; en 1862 regresó a México, pero el liderazgo de Benito Juárez impidió su retorno. Murió en 21 de junio de 1876.

La figura de Santa Anna es importante en medio de un contexto histórico caótico, ya que el México independiente no fue ajeno a intereses internacionales, especialmente en el ámbito territorial. Respecto al episodio más dramático y que le señaló históricamente, que fue la pérdida de gran parte del territorio Mexicano, es relevante reconocer las circunstancias que existían para llegar a esa nefasta conclusión para el país.

La pérdida del territorio no fue un episodio fortuito auspiciado por la voluntad de Santa Anna, sino el resultado de una serie de factores como el interés de los propios colonos texanos por dejar de pertenecer a México, un movimiento de rebelión de éstos apoyado por el gobierno norteamericano, con la finalidad de provocar una guerra que concretara la adhesión del territorio.

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Agustín de Iturbide

Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu nació el 27 de septiembre de 1783 en Valladolid, Michoacán, ahora Morelia. Su infancia fue privilegiada, hijo de un rico español de nombre Joaquín de Iturbide y la michoacana María Josefa de Arámburu. Estudió en el seminario de su ciudad natal y luego formó parte del ejército virreinal. En 1805 se casó con la noble Doña Ana María Josefa de Huarte y Muñiz, nieta del Marqués de Altamira.

Miguel Hidalgo y Costilla lo invitó a participar en el movimiento independentista en 1810, pero Iturbide rechazó esta invitación y se puso a las órdenes del virrey, al mando de las fuerzas realistas, y se dedicó a combatir a los instigadores insurgentes José María Morelos y Vicente Guerrero. En 1811 combatió en el sur del país contra las guerrillas independentistas de Albino García (a quien capturó en 1812) y de Ignacio López Rayón, derrotándolo en el Puente de Salvatierra en 1813. Continuó combatiendo contra los independentistas como comandante general de la provincia de Guanajuato.

En 1815 derrotó a José María Morelos pero fue vencido por Ignacio López Rayón. Las denuncias acumuladas en su contra, sumadas a nuevas protestas de los comerciantes de Guanajuato, llevaron al Virrey a destituirlo en 1816, acusado de malversación de fondos y abuso de autoridad, aunque fue absuelto por mediación del auditor de guerra real.

Cuando Iturbide notó que los insurgentes estaban ganando a favor de su causa, se declaró amigo de Vicente Guerrero en el famoso “Abrazo de Acatempan” y ambos firmaron el Plan de Iguala en 1821 y en septiembre de ese mismo año, se declaró la Independencia de México con Agustín de Iturbide electo como presidente,

El 18 de mayo sucedió un motín del regimiento de Celaya, exigiendo que Iturbide fuera emperador y otras guarniciones se unieron a la sublevación. En respuesta, el 21 de julio de 1822, Iturbide fue coronado con el nombre de Agustín I, Emperador de México. Sin embargo, republicanos y liberales seguían luchando por sus ideales y no aceptaron esta imposición. Combatieron al recién coronado emperador y lo forzaron a reunir al mismo Congreso que había disuelto antes y abdicar ante él, el 19 de marzo de 1823.

Iturbide partió a Europa con su familia, donde se estableció primero en Italia y luego en Inglaterra. Los partidarios de Agustín de Iturbide y del imperio siguieron en su empeño y regresó a México con la intención de volverse a coronar, sin saber que el Congreso lo había declarado culpable del delito de traición a la Patria y convocaba a su inmediato arresto si pisaba de nuevo suelo mexicano.

Desembarcó el 14 de julio en Soto la Marina, donde fue aprehendido y condenado a muerte sin juicio previo, fusilado el 19 de julio de 1824. Sus últimas palabras fueron "Mexicanos, ¡muero gustoso porque muero entre vosotros!". Sus restos fueron enterrados con honores en la Catedral Metropolitana, donde permanecen hasta ahora, exhibidos en una urna de cristal.

Su único nieto, Agustín de Iturbide y Green, nacido en Washington en 1863, fue adoptado por Maximiliano I como heredero del trono y expulsado de México por Porfirio Diaz.

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