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martes, 10 de noviembre de 2015

Invasiones a México II; La Intervención Francesa

La Intervención francesa de México por el ejército del Segundo Imperio Frances es también conocida como la Guerra Franco-Mexicana. Esta invasión fue orquestada por Francia, España y la Gran Bretaña tras el anuncio del Presidente Benito Juárez informando que México suspendería todos los pagos a la deuda externa. Estos tres países eran los principales acreedores de México. Tras la firma del Tratado de Londres en Octubre, acordando unir sus esfuerzos para exigir el pago, las tropas y flotas españolas, británicas y francesas arribaron al puerto de Veracruz en enero de 1862. Tan pronto como los españoles y británicos notaron la intención de Francia para conquistar México, retiraron sus fuerzas de México en abril de ese mismo año.

Los franceses vieron una gran oportunidad para conquistar México porque Estados Unidos estaba peleando su Guerra Civil y por lo tanto, no le era posible intervenir. El ejército francés sufrió una derrota inicial en la Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862 (México aún celebra esta victoria cada cinco de mayo) y eventualmente derrotaron a las fuerzas mexicanas tras el arribo de más tropas Francesas, en septiembre. El Presidente Benito Juárez huyó a Chihuahua cuando la ciudad de Puebla cayó en manos de franceses en Mayo 1863, estableciendo un gobierno en el exilio. Las tropas francesas hicieron su entrada triunfal a la Ciudad de México en Junio 1863, designando al General Almonte como Presidente Provisional de México.

Napoleón III de Francia deseaba formar un gran imperio y detener la expansión de Estados Unidos. El Archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo aceptó la corona y arribó a Veracruz en mayo de 1864 junto con su esposa, la princesa belga Carlota, convirtiéndose en Emperador de México. Un hombre inteligente con una gran educación, era seguir de los ideales progresistas liberales de moda en Europa, esto lo hizo perder la simpatía de la Iglesia y de algunos conservadores.

La mayoría de los mexicanos defendían la soberanía de su país y apoyaban a Juárez como jefe del gobierno nacional. Napoleón III retiró de México a las tropas que habían apoyado a Maximiliano, facilitando que los liberales destituyeran al imperio invasor. Los Generales Ramón Corona y Mariano Escobedo sitiaron a Maximiliano en Querétaro. El emperador se rindió el 15 de mayo y fue sentenciado a muerte. Muchas grandes personalidades de Europa enviaron telegramas a México rogando que Maximiliano fuese perdonado, pero Juárez se rehusó; enviando un mensaje al mundo entero, México no toleraría la imposición de poderes extranjeros. Maximiliano fue ejecutado el 19 de junio en el Cerro de las Campanas.

El Presidente Juárez regresó el poder a la capital del país y restauró la Constitución. Instaurando la separación de la Iglesia y el Estado, confiscó las tierras de la Iglesia, estableció los matrimonios civiles y prohibió la participación del clero en asuntos políticos.

El partido conservador terminó completamente desacreditado por haberse aliado con los franceses, por lo que el partido liberal no tuvo competencia durante los primeros años de la República Restaurada. En 1871, Presidente Benito Juárez fue reelecto sin tomar en consideración la prohibición constitucional de las reelecciones. General Porfirio Díaz, un héroe de la guerra francesa, lanzó una rebelión contra el presidente y estaba a punto de ser derrotado cuando Juárez murió en Julio 1872. Díaz perdió las elecciones contra el presidente interino Sebastián Lerdo de Tejada pero volvió a rebelarse en 1876, cuando Lerdo de Tejada intentó forzar una reelección. Díaz logró llegar a la presidencia y la mantuvo hasta 1911, cuando la Revolución comenzó en su contra por mexicanos cansados de sus repetidas reelecciones.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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Invasiones a México I; Guerra México - Estados Unidos

La guerra México-Estados Unidos fue un conflicto bélico entre estos dos países de 1846 a 1848 relacionado con la anexión en 1845 de Texas al territorio norteamericano. México se rehusó a reconocer esta secesión y consideró a Texas como una provincia rebelde.

Tras su independencia de España en 1821, México heredó las provincias de Alta California, Nuevo México y Texas de España. Debilitado y prácticamente en bancarrota tras la guerra, el nuevo gobierno mexicano fue incapaz de gobernar sus territorios del norte a miles de kilómetros de la capital.

Buscando controlar la región fronteriza de Texas, el gobierno mexicano permitió que unos cuantos cientos de norteamericanos se asentaran en el área pero esto desembocó en que miles de ellos llegaron a vivir al lugar. Los habitantes de habla inglesa pronto se convirtieron en la mayoría.

Estados Unidos intentó, en repetidas ocasiones, comprar Texas. México, gobernado por el Emperador Agustín de Iturbide y su sucesor, Antonio López de Santa Anna, fervientemente se opuso a vender el territorio.

Mientras tanto, los habitantes de Texas se habían estado desilusionando del gobierno mexicano. Muchos se quejaban de la ubicación de su capital, la cual periódicamente fluctuaba entre Saltillo y Monclova, en el Estado de Coahuila, a 800 kilómetros de distancia. Los tejanos querían formar otro Estado con su propia capital, perteneciente a México pero independiente de otros.

Los habitantes de Texas también peleaban por tener los derechos otorgados en Estados Unidos, como por ejemplo, la libertad de culto; México exigía que los colonizadores se declararan seguidores de la Iglesia Católica. Tampoco estaban de acuerdo con la falta de esclavos, en México se había abolido la esclavitud desde 1829. En 1836, de una población total de 38,470 personas en Texas, 5,000 de ellos eran esclavos.

En 1845, el recién electo Presidente James K. Polk intentó conseguir un acuerdo con México para establecer la frontera en Río Grande y comprar California. Frustrado porque México se rehusó a negociar, en enero de 1846, Polk le ordenó al ejército avanzar hasta el Río Grande.

El primer choque armado sucedió el 24 de abril de 1846 en Rancho Carricitos, ubicado en Texas al norte del Río Bravo. Una caballería mexicana de 2,000 hombres atacó a un grupo de 63 estadounidenses que habían sido enviados para resguardar este territorio en disputa; murieron 11 soldados norteamericanos. Esta zona era reclamada como propia por el gobierno de Estados Unidos, lo que llevó al presidente Polk solicitar al Congreso una declaración de guerra, argumentando “Sangre estadounidense ha sido derramada en suelo estadounidense”.

El Congreso de Estados Unidos declaró la guerra el 13 de mayo de 1846. El país se vio obligado a enfrentar a Estados Unidos sin un ejército ni una población preparada.

Esta declaración de guerra desató una gran controversia en Estados Unidos. Un grupo de disidentes marcharon en Washington llamando a la guerra contra México “una guerra agresiva, profana e injusta” y abogaron en contra de enviarles provisiones y armamento a los soldados. El líder de este movimiento, Joshua Giddings, declaró: “En el asesinato de Mexicanos sobre su propio suelo y de robarles su propio país, no puedo participar ahora ni en el más allá. La culpa de estos crímenes debe quedar sobre otros. Yo no participaré. Acusamos al presidente de usurpar el poder para generar guerras y apropiarse de una nación que ha estado durante siglos bajo el dominio de mexicanos. Revisemos bien nuestro deseo de dominio. Tenemos suficiente territorio.”

Los abolicionistas del norte condenaron la guerra como un intento de los del sur por continuar la posesión de esclavos. Henry David Thoreau fue encarcelado por rehusarse a pagar impuestos y así dejar por sentado que él no apoyaba esta guerra, fue en prisión donde escribió su famoso ensayo “Desobediencia Civil”.

El General Ulysses S. Grant era un joven oficial bajo el mando del General Taylor durante la invasión a México. El General Grant opinó que esta guerra causó que Dios castigara a Estados Unidos con la Guerra Civil. “Considero a esta guerra como una de las más injustas perpetradas por una nación más fuerte contra una más débil. Este fue el caso de una república siguiendo el mal ejemplo de las monarquías europeas, sin tomar en consideración a la justicia en su deseo de adquirir territorio adicional.”

Se calcula que 25,000 mexicanos murieron durante la Guerra México-Estados Unidos y 13,000 soldados de EE.UU., pero sólo 1,700 en combate. El noventa por ciento murió de enfermedades, como la fiebre amarilla.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo fue aprobado por el Senado de Estados Unidos y ratificado por el Congreso de México en Marzo de 1848. Este puso fin a la guerra y le cedió en indiscutido control de Texas a Estados Unidos, estableciendo una frontera entre los dos países en Río Grande. En este tratado también se cedieron a los Estados Unidos los actuales estados de California, Nevada, Utah y partes de colorado, Arizona, Nuevo Mexico y Wyoming; en total, México perdió dos terceras partes del territorio nacional. Por esta entrega, México recibió 15 millones de dólares, menos de mitad de lo ofrecido por Estados Unidos por esas tierras antes de que comenzaran las hostilidades. El gobierno estadounidense también adquirió una deuda de 3.25 millones de dólares que el gobierno mexicano le debía a ciudadanos de EE.UU. Tras esta monumental pérdida de territorio, el gobierno mexicano emprendió una iniciativa para colonizar sus territorios del norte y así protegerse de futuras pérdidas.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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