viernes, 17 de septiembre de 2010

La propiedad

Los españoles penetraron en las regiones con sus ganados e hicieron nuevos caminos, desviaron el curso de los ríos y  explotaron los bosques.  Su economía y las relaciones de producción consecuentes de ella modificaron la forma de propiedad territorial y de organización socioeconómica originales. De acuerdo a los grados de desarrollo económico, para los españoles el concepto de dominio agrario era distinto del de los indígenas: tendía al individualismo y al acaparamiento por su afán de riqueza y poder; en cambio, para los indígenas de regiones densamente pobladas, la tierra era la base esencial de su existencia y trataron de preservar el régimen de propiedad comunal.

Esclavitud

Hay que destacar que, tras el brusco descenso demográfico de los indígenas y el beneficio legal que obtuvieron éstos de la Corona, se requirió mayor mano de obra; así se introdujo a los negros a la Nueva España en mayor cantidad y éstos fueron traídos como esclavos para sustituir el trabajo forzoso de los indígenas. Por ende, su llegada a América se significó como una constante entre los siglos XVI y XVII. La política esclavista de la Corona garantizó la tenencia y explotación de negros en beneficio de sus amos; en la concepción social de la época poseerlos era un sinónimo de prestigio.

La encomienda

Además de la Iglesia, hubo otras instituciones coloniales que se arraigaron en el XVI y que estuvieron íntimamente ligadas a la evangelización, a  la tierra,  al trabajo indígena y a la justicia. La primera a considerar es la encomienda, que no implicó la propiedad agraria, sino sólo su posesión y el derecho a recibir tributo en especie y/o trabajo de los indios, a los cuales los españoles debían adoctrinar. No obstante, la tierra pudo ser poseída a título personal mediante merced real, aunque su extensión debía ser moderada.

Control política de la Iglesia

La Corona sujetó de manera estricta a la Iglesia, quizá más que cualquier otra monarquía europea, ya que bajo el Patronato Real la hizo otra rama del gobierno, otro medio eficiente de control político sobre los gobernados. En el contexto de la época, la Iglesia hispanoamericana quedó ligada a Roma a través de tenues lazos, dentro de la órbita del Consejo de Indias y no del papado romano.  Sin embargo, fue una institución poderosa en la Nueva España. Gozó de fuero especial y conformaría uno de los sectores conservadores de México. Su fuerza fue evidente en lo espiritual pero también en lo material; su poder se extiende en asuntos de justicia y gobierno, y domina los ámbitos ideológico, político, económico y social de la época; en sus manos quedan la mayor parte de la educación e importantes ramos de la economía. Por acuerdo real, la Iglesia recibe gran parte del diezmo.

La Inquisición en México

Aunque se sabe que hubo actividad inquisitorial en México casi desde la llegada de los conquistadores, no es sino hasta 1571 cuando se establece el Tribunal del Santo Oficio de manera formal.  El obispo, fray Juan de Zumárraga es considerado el primer inquisidor de la Nueva España, pues obtuvo ese nombramiento en 1535, mas como no existía propiamente el Tribunal, su cargo fue  sólo nominal.  Hacia 1540 ejercería el poder inquisitorial contra un  indio  al que condenó a la hoguera.  Su severidad  le acarreó al obispo una severa reprimenda y a los indígenas los exoneró de ser juzgados por la inquisición ya que se les considero nuevos en el cristianismo. Sin embargo, entre el resto de la población novohispana, hubo muchos casos de persecución.

La Nueva España

A poco de consumada la Conquista de Tenochtitlán, el territorio adquirió una definición geográfica: la Nueva España, denominación que sería luego aplicada políticamente al reino o gobierno en el centro de México y también el virreinato, con  una jurisdicción mayor que abarcó a otras.  El imperio español rebasaría la península, haciéndose patente también en las Indias Occidentales y sus dominios de ultramar. El descubrimiento, la Conquista y la colonización de nuevas tierras contribuirían poco a poco a consolidar el imperio español, y serían base de la empresa comercial a la que se entregó inicialmente la Corona castellana para acrecentar su poderío. Grupos de españoles salían a conquistar y colonizar desde España o América para entregarse a una empresa mixta (pública y privada),  porque el reino de Castilla tenía pocos recursos para emprenderla por sí sola. En su mayor parte, aquélla era patrocinada por particulares asumiendo la forma mixta, éstos la proponían y organizaban, la Corona la autorizaba, participaba en los beneficios y la fiscalizaba. Tras el periodo de los descubrimientos y de la Conquista, o simultáneamente a ésta, las expediciones se orientaron a poblar. 
La colonización se inició con el establecimiento de villas o ciudades, y a la par se constituyó un aparato de sujeción y gobierno. En las capitulaciones quedaron las primeras normas: al jefe de la expedición correspondía fundar ciudades en determinado tiempo y se le facultaba para repartir tierras y solares. Al respecto no habría una legislación general sino hasta 1573.
Como justificación a la conquista material que se estaba llevando a cabo en las tierras recién descubiertas, fue imprescindible para la Corona la ayuda y participación de órdenes religiosas que se dedicaran a enseñar a los indígenas la religión católica. Amparados bajo la idea de que los indios eran semisalvajes e idólatras, los conquistadores encontraron en la evangelización el pretexto para intervenir en sus vidas e imponer la cultura española.

Caida de Tenochtitlán

Cortés continuó la estrategia que había puesto en práctica desde su llegada al Nuevo Mundo, es decir, resquebrajar las débiles alianzas de los reinos mesoamericanos y aprovechar los resentimientos internos para que los mismos pueblos lo apoyaran en su lucha contra el gran imperio de Tenochtitlán.  La multitud de indígenas que lo acompañaron así como la utilización de los recursos tácticos y técnicos que traía consigo Cortés le permitieron establecer un sitio sobre la ciudad que duraría tres meses. Los mexicas soportaron hambrunas y falta de agua así como un continuo hostigamiento por parte de los ejércitos que comandaba Cortés. Pese al valor de sus defensores, la Gran Tenochtitlán y su emperador Cuauhtémoc, caerían en manos de los españoles el 13 de agosto de 1521. Hernán Cortés buscó la manera de obtener el mejor provecho de la Conquista de México y desconoció la autoridad de Diego Velázquez, gobernador de Cuba, a quien debía rendir cuentas de su expedición; con esto rompió el trato concertado con él. En 1519, Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz e hizo derivar de ella su propia autoridad después de que sus hombres se reunieron para formar cabildo. Según la tradición española, al fundarse una ciudad los vecinos debían seleccionar a sus representantes y constituir un ayuntamiento, así, la gente que apoyó a Cortés se constituyó en aquella villa como sus propias autoridades, lo reconoció como Capitán General y Justicia Mayor, fijándose como superior a la Corona. Por Cédula Real, ambos títulos los confirmó Carlos V en 1522, a la par que su nombramiento como gobernador de la Nueva España. En 1529, Carlos V distinguió a Cortés como marqués del Valle de Oaxaca; le cedió vasallos, posesiones y le confirmó el cargo de capitán General, sin embargo, no le ratificó el poder político ni el título de Justicia Mayor, ya que desde el año anterior se había instalado la primera Audiencia en México (institución del dispositivo central americano y tribunal superior de justicia). Por su parte Cortés, en premio a las hazañas de su gente, les otorgó tierras e indios para que las trabajaran; pero el rey se opuso al desarrollo de una aristocracia rural con aspiraciones señoriales, y los conquistadores tuvieron que conformarse con las encomiendas. La Conquista abrió paso a la colonización, y ésta trajo consigo la necesidad de implantar instituciones así como formas de vida diferentes, mismas que alteraron, modificaron o se mezclaron con las de nuestros antepasados mexicanos. Paralela y gradualmente, se produjo uno de los elementos más singulares de la historia mexicana: el mestizaje, fenómeno que resultó de la amalgama físico cultural española e indígena.

El esplandor de Tenochtitlan

El esplendor de Tenochtitlán impresionó en forma radical a los conquistadores.  Prueba de ellos son las diversas crónicas y relaciones que los españoles, y el mismo Cortés, dejaron y que han llegado hasta nuestros días. El emperador Moctezuma recibió a Cortés en la entrada de la capital mexica el 8 de noviembre de 1519 dándole hospedaje en el palacio de Axayácatl, desde donde se pudo dar cuenta del esplendor, poder y desarrollo que se había alcanzado en Tenochtitlán. Encontrándose Cortés en medio de la capital mexica, pronto se percató de los delicado de su situación, pues podría ser sorprendido y hecho prisionero fácilmente por los indígenas. Bajo la premisa de que la mejor defensa es el ataque, decidió hacer prisionero a Moctezuma y derribar los ídolos del Templo Mayor, exigiendo a la población que se le pagara tributo. La intención del conquistador se hizo manifiesta, ganándose el desprecio de los mexicas.

Hernán Cortés

Hernán Cortés llegó a la isla de La Española en 1504 y a la de Cuba en 1511 donde participó en las tareas de conquista y colonización. Ambicioso por naturaleza, convenció al gobernador de Cuba, Diego Velázquez, para que le permitiera  encabezar una tercera expedición a tierras mexicanas, para lo cual consiguió el apoyo de diversas personas que vendieron sus pertenencias, se hicieron de armas y se lanzaron a la aventura de la Conquista con Cortés. Entre sus acompañantes destacaban los capitanes Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid, Francisco de Montejo, Diego de Ordaz y Antón de Alaminos. Ante el creciente prestigio que Hernán Cortés fue adquiriendo entre los aventureros que lo seguirían en su empresa, el gobernador de Cuba, Diego Velazquez, trató de impedir su partida e incluso aprehenderlo, pero Cortés logró escaparse y partió de Santiago de Cuba el 18 de febrero de 1519.  Acompañado  de 100 marineros, más de 500 soldados, algunos indígenas y negros así como caballos, perros y una buena cantidad de armas de fuego, dio inicio a la empresa conquistadora. En el trayecto que siguió Cortés por las costas de México tuvo la suerte de que se le uniera Jerónimo de Aguilar, un náufrago que conocía bien la lengua nativa de Yucatán; asimismo, recibió como presente por parte de los indígenas a 20 doncellas entre las que se encontraba la Malinche, la cual conocía el maya y el nahuatl.  Tanto Aguilar como la Malinche facilitaron la comunicación de los españoles con los nativos.  Estos llenaron de presentes a los intrusos como una forma de reconocimiento ante  la  impresión que se llevaron por la presencia de  hombres blancos y barbados, de caballos y de  armas de fuego. En un afán por darle legalidad a la tarea de conquista que se había propuesto, Hernán Cortés se apresuró a fundar el municipio de la Villa Rica de la Vera Cruz cuyas autoridades le nombraron Capitán.  Cortés envió algunos de los presentes recibidos por los indígenas al Rey Carlos V a la par que le solicitaba se le concediera permiso para emprender la conquista de las tierras descubiertas. No tardó Cortés en percatarse de la intensa rivalidad que existía entre los pueblos aborígenes y decidió aprovecharla en su beneficio.  La actitud de Moctezuma hacia los españoles fue incierta, ya que si bien les pedía se alejaran de sus dominios, les ofrecía regalos que despertaban la ambición de los conquistadores incitándolos a continuar la Conquista.  Cortés llegó a Cempoala e impulsó a este reino a desafiar al Imperio mexica negando el pago del tributo correspondiente.  Finalmente, la rivalidad entre los distintos reinos, la ira contenida por el sometimiento al que estuvieron expuestos durante años y la falta de un sentimiento común de defensa facilitaron en gran medida la Conquista de las tierras americanas. Con el propósito de llegar hasta la ciudad de México-Tenochtitlán, Cortés se adentró en tierras mexicanas acompañado de 400 expañoles y algunos indígenas.  Su primer contacto fue con los tlaxcaltecas quienes en un principio trataron de defenderse acaudillados por Xicoténcatl, pero tras algunas batallas, los jefes tlaxcaltecas decidieron aliarse con los invasores. Entonces, Cortés, acompañado por miles de tlaxcaltecas, emprendió el camino hacia la gran urbe. En su ruta hacia México Tenochtitlán, Cortés fue persuadido por los representantes de Moctezuma de tomar el camino que pasaba por Cholula. Los tlaxcaltecas alertaron al conquistador sobre una posible emboscada, la cual ocasionó que Cortés realizara una cruel matanza, poniéndolos sobreaviso de las verdaderas intenciones de los españoles.

El territorio mexicano

La llegada de Colón, así como de los viajeros que le siguieron, a las islas caribeñas permitió que los españoles fueran conociendo algunas de las costumbres de los pueblos con los que se encontraron y que les llegaran noticias sobre la extrema riqueza que había hacia el occidente. Poco a poco diferentes expediciones se fueron acercando a las costas mexicanas y finalmente, en marzo de 1517 Francisco Hernández de Córdoba tocaría las costas de Cabo Catoche, Campeche y Tabasco. Pedro de Alvarado iniciaría en 1518 una nueva expedición a tierras mexicanas, la cual llegaría a Isla Mujeres y a la Isla de los Sacrificios (llamada así por la cantidad de sacrificios encontrados). En el trayecto entraron en contacto con representantes mexicas quienes ofrecieron valiosos presentes a los extranjeros, esto atraería aun más la ambición y la avaricia de las conquistadores en su búsqueda de riquezas. La creencia mesoamericana del regreso de Quetzalcóatl facilitó de alguna manera la Conquista emprendida por los españoles. La leyenda contaba que Topiltzin, quien gobernaba a los toltecas bajo el nombre de Quetzalcóatl, debió abandonar a su pueblo tras faltar a su castidad. Antes de  partir prometió volver por el oriente en un año Ce Acatl. La llegada de los españoles, por el oriente, en 1519, año Ce Acatl, fue interpretada por los mesoamericanos como el regreso de Quetzalcóatl. Además de la creencia en el regreso de Quetzalcóatl, diversos fenómenos fueron considerados como presagios de que algo extraño sucedería. La aparición de un cometa, el incendio del templo de Huitzilopochtli, el llanto de una mujer que llamaba a sus hijos y otros sucesos extraños, fueron considerados como presagios funestos entre los mexicas.

Justificación de la Conquista

Las tierras descubiertas prometían ofrecer una gran riqueza a sus descubridores, era necesario justificar de alguna manera la intromisión y el sometimiento que se haría del Nuevo Mundo. Inicialmente se pensó en reducir a la esclavitud a  la población indígena basando el argumento en cierta inferioridad de los americanos, sin embargo la labor humanista de frailes como Bartolomé de las Casas lograron persuadir a la Corona de conceder derechos a los indios y de emprender una gran campaña evangelizadora entre ellos para convertirlos al cristianismo alejándolos de toda práctica pagana. La evangelización sería pues la gran justificación de la Conquista y el pretexto para someter, a veces en forma cruel, a los pueblos descubiertos.

La Conquista

Cuando los españoles comprendieron que las tierras descubiertas no eran las Indias, sino que se trataba de un  continente diferente, iniciaron el proceso de conquista del Nuevo Mundo.  La riqueza de América fue pregonada rápidamente atrayendo la atención de muchos aventureros ansiosos de probar fortuna al otro lado del mar.  A través de la conquista la Corona española se erigiría como la soberana de las nuevos territorios.
 
 

Impacto del descubrimiento de América

Cuando se supo, años después de la llegada de Colón, que se había descubierto un nuevo continente, el impacto de este conocimiento sobre la cultura occidental fue impresionante. No sólo la geografía del mundo cambiaba a los ojos de los europeos, sino toda su cosmovisión se modificaba. La idea de la existencia de tres continentes asociada a la concepción cristiana de la trinidad se vio de pronto rota por la aparición de un cuarto continente; además, se supo que los habitantes de las tierras recién descubiertas realizaban sacrificios humanos y eran idólatras. Como consecuencia de la aparición en el mundo europeo de un nuevo continente, se debieron modificar gran parte de los conocimientos que hasta entonces se tenían. La geografía en primer lugar se cambió debiéndose agregar a los mapas el continente americano; en el plano científico la botánica, la zoología y la etnografía se enriquecieron con la flora, fauna y grupos indígenas que se encontraron en el Nuevo Mundo. En el aspecto económico la llegada de metales preciosos también trajo consecuencias para Europa.
 

Colón y las tres carabelas

Para llevar a cabo el descubrimiento de lo que se creía sería una nueva ruta comercial a las Indias, Colón contó con la colaboración y los conocimientos de los hermanos Pinzón, los cuales asesoraron al almirante a lo largo de todo el viaje que se inició el 3 de agosto de 1492. Las tres carabelas en las que se hizo el recorrido fueron La Pinta, que comandaba Martín Alonso Pinzón; La Niña, dirigida por Vicente Yáñez Pinzón; y, La Santa María bajo las órdenes de Juan de la Cosa.  Colón viajaba en ésta última. Después de un largo recorrido lleno de sobresaltos e incluso intentos de amotinamiento por parte de la tripulación, el 12 de octubre de 1492, llegaron a la isla que Colón bautizó con el nombre de San Salvador. El almirante estaba convencido, y así lo siguió creyendo hasta su muerte (el 20 de mayo de 1506), que había llegado a las costas orientales de Japón, isla que pensaba formaba parte de las Indias. En ese primer viaje Colón descubrió las islas de Cuba y Haití, lugar  donde estableció, dejando algunos hombres, el fuerte de La Navidad. Después de una penosa travesía de regreso a España, en que la Santa María naufragó, Colón fue recibido con júbilo y se le concedieron nuevas facilidades para retornar a las tierras descubiertas. Con 17 naves y una tripulación de 1200 hombres entre marinos, artesanos y campesinos dispuestos a establecerse en las nuevas tierras, partió Colón en 1493 rumbo a lo que él creía eran las Indias. En este viaje descubrió Jamaica y Puerto Rico.

Cristobal Colón

Influido por los grandes avances en la navegación, Cristóbal Colón, originario de Génova, Italia, concibió la idea de que la tierra no era plana como se creía entonces, sino que era redonda y que navegando hacia el occidente de Europa podría llegar a las Indias. Colón realizó diversos intentos por conseguir recursos para la empresa que se propuso, pero en reiteradas ocasiones fue desoído. En 1486  se presentó ante los Reyes Católicos de España para solicitar el patrocinio para emprender el descubrimiento de una nueva ruta comercial a las Indias; sin embargo varios años pasarían antes de que pudiera consumar su proyecto. No fue sino hasta el 17 de abril de 1492 cuando se firmaron las capitulaciones entre el Reino de Castilla y el marino genovés. Por ellas, Colón recibía el título de Almirante, Virrey y Gobernador de las tierras que descubriera y la décima parte de las ganancias obtenidas. La Corona española costearía todos los gastos y sólo una octava parte de ellos correspondería a Colón. Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, conocidos como los Reyes Católicos, apoyaron a Cristóbal Colón en la empresa que éste les propuso. Aunque fue necesario que pasara a través de varios consejos para que fueran aprobados sus planes, los Reyes decidieron en última instancia apoyar este proyecto que, de realizarse, acarrearía grandes ganancias a la Corona española. De hecho fue la reina quien más apoyo brindó al almirante genovés, apoyo que fue prácticamente retirado a la muerte de Doña Isabel.
 

Descubrimiento de América

Los avances en las técnicas de navegación, consecuencia de la utilización de la brújula y el astrolabio, dieron confianza a los marineros europeos, quienes durante el siglo XV se atrevieron ya a navegar alejados de las costas. Aprovechando estos avances, la consiguiente precisión en los mapas y el mayor conocimiento de la geografía permitió que aumentará el interés por descubrir nuevas tierras, organizándose con este fin una serie de expediciones navales, una de las cuales culminó con el descubrimiento de América.

Cosmovisión

Para los mexicas, el mundo era un plato plano dividido en cuatro partes por una cruz, al centro de la cual  había una piedra verde donde habitaban los hombres.  Este plato se encontraba rodeado de agua. Encima se encontraba el cielo con trece pisos habitados por dioses y seres sobrenaturales; abajo estaba el inframundo con nueve pisos. Todos los niveles se encontraban comunicados pues los dioses regían desde ellos los destinos del hombre durante determinados ciclos, mismos que llevaban un orden calendárico lo cual les permitía a los mexicas prepararse o atenuar los desplantes de los dioses.

La gran Tenochtitlán

Existen diversos relatos de cómo era la ciudad de Tenochtitlán. El centro de la ciudad estaba ocupado por los edificios de gobierno y de culto. El Templo Mayor era imponente y en su gran rectángulo albergaba más de 70 edificios. El más grande era la pirámide de sus principales dioses: Huitzilopochtli, de la guerra, y Tláloc, de la lluvia. El santuario estaba rodeado por habitaciones sacerdotales, escuelas para nobles, juegos de pelota, palacios del tlatoani, casa de las fieras, depósito de tributos y mercado. Más allá del centro, estaban los calpullis, con habitaciones, cultivos, templos y edificios del gobierno civil, intercomunicados por canales y puentes. A su vez, la ciudad se comunicaba con tierra firme por medio de cuatro calzadas: Tepeyac, Tacuba, Iztapalapa y Coyoacán. Dos acueductos proveían de agua potable a la metrópoli.

Supremacía de Tenochtitlán

A Moctezuma Ilhuicamina le sucedieron Axayácatl y sus hermanos Tizoc y Ahuízotl.  Ellos lograron  consumar la supremacía de México-Tenochtitlán sobre toda la parte central del país. Las guerras de sometimiento les permitieron obtener un gran número de prisioneros, que fueron sacrificados en 1487 durante la dedicación del Templo Mayor. Tenochtitlán se convirtió en una gran ciudad y en un gran imperio que recibía tributo de todos los pueblos sometidos. Con un amplio poder  en el Valle de México, Veracruz, Puebla, Hidalgo, Morelos y parte de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, gobernó finalmente Moctezuma II, Xocoyotzin, quien se convertiría en un verdadero tirano. A él le tocaría enfrentar la llegada de los españoles y morir prisionero en 1520.
 
 

jueves, 16 de septiembre de 2010

Fundación de Tenochtitlán

Cuenta la leyenda que los mexicas salieron de un lugar ubicado en el norte de Mesoamérica, llamado Aztlán, para iniciar un largo peregrinar (de casi 200 años) que los conduciría finalmente a un islote en el centro del lago de Texcoco: ahí encontraron un águila devorando a una serpiente. Este suceso, ocurrido cerca del 1325, fue considerado como una señal de que ahí deberían establecerse. Lo llamaron México-Tenochtitlán. Los mexicas tenían un nivel de desarrollo aceptable, por lo que aplicaron sus conocimientos para construir una gran ciudad. Se cree que hacia estos años se fundó Tlaltelolco.

Expansión del dominio Tenochca

La hegemonía de Tenochtitlán sobre el área central de Mesoamérica, se fue extendiendo a la par que las diferencias entre los pillis (nobles) y los macehuales (pueblo) se profundizaban. Hacia el año de 1450 el entonces gobernante Moctecuhzoma Ilhuicamina, llevó el dominio mexica hasta las costas del Golfo; sin embargo, una terrible hambruna azotó a la población del valle de México, hecho que se interpretó como un signo del enfado de los dioses. Se impusieron entonces sacrificios humanos que se debían llevar a cabo una vez al mes, para lo cual, era necesario tener siempre prisioneros que sacrificar.

Leyenda de Quetzalcóalt

Uno de los grupos chichimecas que a la postre alcanzaría un gran desarrollo fue el de los toltecas. Un personaje legendario, Ce Acatl Topiltzin, los condujo a Tula, en donde tuvieron un alto desarrollo hacia el siglo X. Pese a que nunca llegó a tener el poder y la fama que en su momento tuvo Teotihuacán, Tula se convirtió en un centro hegemónico para toda el área del altiplano central en donde impuso el culto a Quetzalcóatl. Como pueblo guerrero que era, sometió por la fuerza a todas las ciudades cercanas, quienes debían rendir tributo a los toltecas. Se cree, que en un momento dado, los pueblos dejaron de pagar el tributo, causando la ruina de Tula.

Toltecas

Uno de los grupos chichimecas que a la postre alcanzaría un gran desarrollo fue el de los toltecas. Un personaje legendario, Ce Acatl Topiltzin, los condujo a Tula, en donde tuvieron un alto desarrollo hacia el siglo X. Pese a que nunca llegó a tener el poder y la fama que en su momento tuvo Teotihuacán, Tula se convirtió en un centro hegemónico para toda el área del altiplano central en donde impuso el culto a Quetzalcóatl. Como pueblo guerrero que era, sometió por la fuerza a todas las ciudades cercanas, quienes debían rendir tributo a los toltecas. Se cree, que en un momento dado, los pueblos dejaron de pagar el tributo, causando la ruina de Tula.
 

Horizonte Posclásico

Podemos afirmar que este horizonte pasó por dos periodos significativos: uno fue el de la reorganización territorial y política, y que abarca aproximadamente los años que van del 800 al 1,000 d.C., y el de los imperios y señoríos militares a partir de este último año, hasta la llegada de los españoles en 1521.
Es en este periodo cuando  varios pueblos, llamados chichimecas, que vivían más allá del límite septentrional de Mesoamérica, se desplazaron hacia el sur, tal vez a raíz de una baja en la producción natural de sus tierras, desertificadas por cambios climáticos. Agredidos por los invasores y con sus campos de labranza reducidos por el cambio, los mesoamericanos próximos a la frontera se vieron obligados a echarse sobre sus vecinos, a veces en forma pacífica y otras de manera armada, y estos vecinos hicieron lo mismo con  otros, y así sucesivamente hasta que toda Mesoamérica se vio afectada, acabándose el esplendor que había alcanzado la civilización mesoamericana durante el clásico. El proceso duró por lo menos trescientos años, tendiendo a atenuarse conforme avanzaba hacia el sur.
El origen divino de todas las normas y leyes que regulaban la vida pública y privada de todos, con la consiguiente sanción sobrenatural a las violaciones voluntarias o involuntarias fueron características mesoamericanas desde el clásico.  Hubo nuevos dioses, o por lo menos algunos adquirieron mayor relevancia -por ejemplo, dioses guerreros como Camaxtli y Huitzilopochtli, o sus equivalentes conocidos con otros nombres en diversos lugares- y cabe suponer que hayan surgido también nuevas leyes o una expresión más vigorosa de las ya existentes, acordes con el carácter guerrero prevaleciente. Su desobediencia, por supuesto, acarrearía castigos divinos.

Los Mayas

Otra civilización impactante y esplendorosa que brilló en Mesoamérica durante el horizonte clásico fue la cultura maya. Aunque hay vestigios de asentamientos en la península de Yucatán desde épocas muy tempranas, en el preclásico se consolida un verdadero estilo maya en arte y arquitectura. En el Petén surgió la cerámica Chicanel y se empiezan a construir tumbas con techos abovedados en Tikal y Holmul, cuyos elementos evidencian la importancia de la actividad ceremonial y el estatus. Hacia el final de este horizonte se generaliza en la zona maya la  arquitectura abovedada, las inscripciones ceremoniales y la cerámica polícroma. La cultura maya se desarrolló en el territorio que hoy comprende los países de Honduras, Belice y el norte de Guatemala, así como los estados mexicanos de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. A diferencia de las ciudades teotihuacanas, los edificios construidos por los mayas, no tenían por objeto principal albergar a la población, sino ejercitar la observación astronómica. En ellos sólo vivían los sacerdotes, gobernantes y guerreros. Los principales desarrollos mayas del horizonte clásico son Tikal, Cobá, Kabah, Uxmal, Palenque, Xpuhil, Yaxchilán, Copán y Bonampak. Ahí se puede apreciar el uso de la bóveda falsa, la cual fue un avance importantísimo para la arquitectura y un rasgo muy distintivo de la cultura maya. Casi como una constante dentro del área, encontramos amplios patios alrededor de los cuales construyeron templos, observatorios y juegos de pelota con una armonía sorprendente; además, los bajorrelieves y las decoraciones con estuco, dan a los centros mayas un atractivo impresionante aun en la actualidad. Existen, sin embargo, diferencias en el tipo de construcciones que caracterizan a cada lugar; por ejemplo, mientras que el rasgo distintivo de Tikal es la esbeltez de sus templos, sus empinadas escaleras y las cresterías que rematan sus techos, en Palenque encontramos el arte escultórico más realista y refinado de la cultura maya. Si bien la cultura maya tiene características generales más o menos homogéneas, cada uno de los estados tuvo un desarrollo independiente con un gobierno propio ubicado en la ciudad principal. A diferencia de lo que sucedió en otras partes de Mesoamérica, los estados mayas del clásico parecen haber tenido relaciones menos cordiales entre sí. Las estelas, los murales de Bonampak, las inscripciones (por ejemplo en Yaxchilán, Piedras Negras y otros sitios) dan cuenta de dinastías de señores guerreros que se arrojaban sobre los señoríos vecinos para incorporarlos a su dominio, o que procuraban evitar sufrir la misma suerte mediante alianzas matrimoniales. Los mayas tenían un dios supremo, a quien no representaban y al que llamaban Hunab-Ku. Además rendían culto a otras deidades, semejantes a las de toda el área mesoamericana, propias de los pueblos agrícolas. Las principales eran el dios de la tierra, el del sol (Kinich Ahau), el de la lluvia (Chaac), el del maíz (Yum Kax), el del cielo (Tzamná), el de la muerte (Ah Puch) y el del viento (Kukulkán). Como todo pueblo religioso, los mayas practicaban una serie de ritos (individuales o colectivos) que formaban parte de la cotidianidad de la población, y que se practicaban en los lugares contiguos a los templos. Lo mismo que en otras áreas de Mesoamérica, los mayas practicaron los sacrificios y autosacrificios, y veneraban a sus dioses mediante oraciones y ofrendas. En cada uno de los estados mayas, había un gobernante u “hombre-dios”, que era conocido como halach-uinic y que habitaba en la ciudad más importante del estado. El halach-uinic legaba el poder a sus descendientes y se piensa que en sus orígenes debió haber sido un sacerdote. Para auxiliar a este gobernante en cada una de las ciudades existía un batab, que se encargaba de mantener el orden y de seguir las instrucciones dadas por el hombre-dios supremo de todo el estado. Abajo de estos dos jerarcas había toda una burocracia, con una jerarquía privilegiada, que manejaba los diferentes rubros de la administración. Además de sus avanzados conocimientos astronómicos, que los llevaron a conocer el ciclo lunar y solar, los mayas perfeccionaron los conocimientos olmecas de las matemáticas y el calendario, y gracias a esto tuvieron un conocimiento muy preciso sobre las estaciones, los eclipses y los días del año. Su sistema de cálculo largo, en el que se procedía multiplicando por 20, los acercó al concepto de infinito. Todos sus conocimientos los aplicaron en su vida diaria mejorando con esto las cosechas y aprovechando al máximo los recursos naturales. Se cree que los mayas crearon redes de canales que les permitían optimizar el uso de sus recursos hidráulicos mejorando en consecuencia los cultivos (maíz, frijol, calabaza, chile, tomate, cacao, chayote, tubérculos, henequén y tabaco). El uso del henequén les permitió hacer diversas prendas como sacos, bolsas, canastos e incluso suelas de sandalias. Los troncos de los árboles los aprovechaban para construir casas, herramientas y papel. Se ignoran las causas por lo que se derrumbó del imperio maya, al igual que sucedió en Teotihuacán. Existen diversas hipótesis que pretenden explicar la razón por la que las ciudades fueron abandonadas hacia el siglo IX, dirigiéndose sus pobladores tal vez a las tierras altas de Chiapas y Guatemala o a las bajas de Yucatán. Una crisis política, un descenso brusco en la producción de alimentos o quizás invasiones bélicas de extranjeros pudieron incidir en la desaparición del imperio maya.

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Teotihuacán

Aunque los primeros asentamientos humanos en el valle de Teotihuacán se ubican alrededor del 400 a.C., no es sino hasta los primeros años de nuestra era, cuando se convierte en un centro ceremonial con una población aproximada de 20,000 personas. Para el año 400 d.C. Teotihuacán se extendía sobre una superficie de 22 kilómetros dominando de hecho todo el valle de México y Puebla, manteniendo contactos comerciales con olmecas en Veracruz, zapotecas en Oaxaca y mayas de la península de Yucatán. Entre los años 400 y 650 Teotihuacán se convirtió en un gran centro religioso y comercial de Mesoamérica. Se cree que la población teotihuacana alcanzaba los 200,000 habitantes y que era una ciudad bien urbanizada, con construcciones firmes. Dada su importancia política, religiosa, cultural y comercial Teotihuacán era visitada por vecinos, convirtiéndose en una zona de intercambio. Ubicados en una zona privilegiada en cuanto a recursos naturales, los teotihuacanos fundaron su ciudad al norte del lago de Texcoco, lo cual les brindó la oportunidad de tener una gran variedad de alimentos, sal y hasta arcilla para su cerámica. Los residuos volcánicos que se encuentran a su alrededor los dotaron de grandes depósitos de obsidiana, la cual utilizaron para la fabricación de diversas herramientas. La gran ciudad de Teotihuacán evidencia un alto grado de planificación no sólo para el centro ceremonial en sí, sino para toda el área urbana que le rodeaba. La Calzada de los Muertos, que recorre la ciudad de norte a sur, remata en la pirámide de la Luna que, junto con la del Sol y el resto del conjunto, constituye una de las obras más imponentes de la arquitectura prehispánica. El esplendor alcanzado por los teotihuacanos durante el horizonte clásico, llegó a su fin, intempestivamente, entre los años 650 y 700. Se desconocen las causas que llevaron a sucumbir a tan importante imperio, aunque se manejan diversas hipótesis para explicar dicho derrumbe; entre ellas una gran escasez de alimentos y un cambio drástico en el medio ambiente por la excesiva tala de árboles que provocó esta disminución de alimentos; también se contempla el que las poblaciones tributarias hayan dejado de proveer al imperio. Quizá hayan sido los nómadas del norte los que provocaron su derrumbe incendiando provocando la huida de los señores y de buena parte de la población. Los toltecas heredarían a la postre algunos rasgos culturales de los teotihuacanos.

Horizonte Clásico

La designación de este periodo, que comprende los primeros  800 años de nuestra era, implica un grado de organización política, social y religiosa más complejo que en etapas anteriores, como se desprende fácilmente de los restos arqueológicos. De esta fase datan algunos de los complejos arquitectónicos más notables por su riqueza, así como creaciones artísticas de la mayor finura. Es evidente que tales obras se realizaron gracias a la participación de una sociedad estratificada y rígidamente controlada (sobre todo por medios religiosos) y alimentada por la labor de campesinos altamente productivos merced a las obras de irrigación que, a su vez, requirieron grandes cantidades de trabajo para su construcción y mantenimiento.
Los dioses eran los seres sobrenaturales de mayor importancia durante el clásico, aunque se conservaran las creencias en otros seres sobrenaturales de menos poder y jerarquía. A los dioses (de los cuerpos celestes, de la tierra, del agua, del fuego, entre otros) se debía acatamiento y respeto, para conseguir de ellos una disposición favorable y el otorgamiento de las condiciones propicias a las buenas cosechas, así como salud en la gente y armonía en la sociedad. El señor de un estado era hombre-dios, pues encarnaba al dios de quien sería supremo sacerdote; de ahí que la obediencia a sus órdenes era el acatamiento y la reverencia. Así pues, si los dioses habían dado normas de conducta para todos los aspectos de la vida, toda la gente -señores y vasallos, hombres y mujeres, chicos y grandes- debían cumplirlas puntualmente ya que de lo contrario los males se abatirían sobre la sociedad.


En el clásico, habría actos más propios de la religión: ofrendas, sacrificios y autosacrificios que debían hacerse en honor de determinados dioses en fechas previstas. No era sólo la gente del pueblo quien participaba, sino también los hombres-dioses. Ellos eran los responsables de los complicados rituales que aseguraban el bienestar de toda la sociedad y a ellos tocaba hacer sacrificios y autosacrificios (se conocen, por ejemplo, representaciones de señores cortándose la lengua) y si los ritos lo requerían, debían coordinar y asegurar la participación de otros.

martes, 14 de septiembre de 2010

Los zapotecas

Pese a que la cultura olmeca fue la que más destacó durante la época preclásica, hubo otros grupos en las regiones de Oaxaca y Yucatán, zapotecas y  mayas respectivamente, que en forma independiente lograron avances importantes para su sobrevivencia. Los zapotecas, en Monte Albán, por ejemplo, mejoraron las técnicas agrícolas mediante la construcción de canales y en el sistema de barbecho de las laderas. Para esta época también se registran construcciones hechas con piedras, como una base piramidal que se supone formaba parte del centro ceremonial. En algunas piedras se encuentran bajorrelieves con escenas de guerra y cautivos. Pero sin duda lo que más sorprende es la aparición de un calendario y un tipo de escritura en los edificios de Monte Albán; de hecho, el calendario que aparece es un antecedente del calendario maya que aparecerá en épocas posteriores.
La designación de este periodo, que comprende los primeros 800 años de nuestra era, implica un grado de organización política, social y religiosa más complejo que en etapas anteriores, como se desprende fácilmente de los restos arqueológicos de los zapotecas. De esta fase datan algunos de los complejos arquitectónicos más notables por su riqueza, así como creaciones artísticas de la mayor finura. Es evidente que tales obras se realizaron gracias a la participación de una sociedad estratificada y rígidamente controlada (sobre todo por medios religiosos) y alimentada por la labor de campesinos altamente productivos merced a las obras de irrigación que, a su vez, requirieron grandes cantidades de trabajo para su construcción y mantenimiento.
 
 

La cultura olmeca

Entre los años 800 y 200 a.C. surgió la cultura olmeca en la costa del golfo de México, que fue la más importante de la época influenciando a otros grupos ya asentados en Mesoamérica. Los principales centros olmecas en La Venta, Tres Zapotes, El Trapiche, San Lorenzo, Los Tuxtlas y La Tigra, dan testimonio de la grandeza que alcanzó esta cultura.
 
 

Preclásico

Durante este periodo la vida en Mesoamérica se hace  dependiente del cultivo de plantas domesticadas cada vez en mayor número, en particular de un complejo básico que dura hasta nuestros días, si bien la recolección y la caza son complemento importante. El cambio en el género de vida permite considerables aumentos en la población, acompañados de cambios en la organización social que se ven reflejados en los restos arqueológicos. En este periodo fue fenómeno común en toda el área mesoamericana la unión de grupos de aldeas bajo el control de una de ellas convertida en centro ceremonial.  La organización política, los conceptos religiosos y las relaciones de unas regiones con otras se modifican con relación al pasado. El rasgo más característico del periodo es la formación de unidades político-territoriales más amplias. Puede suponerse que los territorios clánicos de gente que hablaba el mismo idioma y compartía creencias y se agrupaban bajo la autoridad de un hombre poderoso para formar una unidad política mayor a la que podríamos designar como “tribu”. La aldea donde reside este hombre poderoso crece más que otras y se convierte en centro ceremonial o capital.
 

Horizonte Culturales

Los horizontes culturales delimitan temporalmente ciertas características evolutivas de los pueblos. Cada uno de los horizontes en que se divide la historia mesoamericana tiene rasgos culturales similares en cuanto a formas arquitectónicas, tipos de cerámica y modos de organización social y económica.  Para el área mesoamericana se han establecido tres horizontes principales, aunque hay flexibilidad en cuanto a los años que abarcan: Preclásico, 2000 a.C. a 200 d. C.; Clásico, 200 a 800; Posclásico 800 a 1521.