Además de la Iglesia, hubo otras instituciones coloniales que se arraigaron en el XVI y que estuvieron íntimamente ligadas a la evangelización, a la tierra, al trabajo indígena y a la justicia. La primera a considerar es la encomienda, que no implicó la propiedad agraria, sino sólo su posesión y el derecho a recibir tributo en especie y/o trabajo de los indios, a los cuales los españoles debían adoctrinar. No obstante, la tierra pudo ser poseída a título personal mediante merced real, aunque su extensión debía ser moderada.
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