Cortés continuó la estrategia que había puesto en práctica desde su llegada al Nuevo Mundo, es decir, resquebrajar las débiles alianzas de los reinos mesoamericanos y aprovechar los resentimientos internos para que los mismos pueblos lo apoyaran en su lucha contra el gran imperio de Tenochtitlán. La multitud de indígenas que lo acompañaron así como la utilización de los recursos tácticos y técnicos que traía consigo Cortés le permitieron establecer un sitio sobre la ciudad que duraría tres meses. Los mexicas soportaron hambrunas y falta de agua así como un continuo hostigamiento por parte de los ejércitos que comandaba Cortés. Pese al valor de sus defensores, la Gran Tenochtitlán y su emperador Cuauhtémoc, caerían en manos de los españoles el 13 de agosto de 1521. Hernán Cortés buscó la manera de obtener el mejor provecho de la Conquista de México y desconoció la autoridad de Diego Velázquez, gobernador de Cuba, a quien debía rendir cuentas de su expedición; con esto rompió el trato concertado con él. En 1519, Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz e hizo derivar de ella su propia autoridad después de que sus hombres se reunieron para formar cabildo. Según la tradición española, al fundarse una ciudad los vecinos debían seleccionar a sus representantes y constituir un ayuntamiento, así, la gente que apoyó a Cortés se constituyó en aquella villa como sus propias autoridades, lo reconoció como Capitán General y Justicia Mayor, fijándose como superior a la Corona. Por Cédula Real, ambos títulos los confirmó Carlos V en 1522, a la par que su nombramiento como gobernador de la Nueva España. En 1529, Carlos V distinguió a Cortés como marqués del Valle de Oaxaca; le cedió vasallos, posesiones y le confirmó el cargo de capitán General, sin embargo, no le ratificó el poder político ni el título de Justicia Mayor, ya que desde el año anterior se había instalado la primera Audiencia en México (institución del dispositivo central americano y tribunal superior de justicia). Por su parte Cortés, en premio a las hazañas de su gente, les otorgó tierras e indios para que las trabajaran; pero el rey se opuso al desarrollo de una aristocracia rural con aspiraciones señoriales, y los conquistadores tuvieron que conformarse con las encomiendas. La Conquista abrió paso a la colonización, y ésta trajo consigo la necesidad de implantar instituciones así como formas de vida diferentes, mismas que alteraron, modificaron o se mezclaron con las de nuestros antepasados mexicanos. Paralela y gradualmente, se produjo uno de los elementos más singulares de la historia mexicana: el mestizaje, fenómeno que resultó de la amalgama físico cultural española e indígena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario