Para los mexicas, el mundo era un plato plano dividido en cuatro partes por una cruz, al centro de la cual había una piedra verde donde habitaban los hombres. Este plato se encontraba rodeado de agua. Encima se encontraba el cielo con trece pisos habitados por dioses y seres sobrenaturales; abajo estaba el inframundo con nueve pisos. Todos los niveles se encontraban comunicados pues los dioses regían desde ellos los destinos del hombre durante determinados ciclos, mismos que llevaban un orden calendárico lo cual les permitía a los mexicas prepararse o atenuar los desplantes de los dioses.
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