Podemos afirmar que este horizonte pasó por dos periodos significativos: uno fue el de la reorganización territorial y política, y que abarca aproximadamente los años que van del 800 al 1,000 d.C., y el de los imperios y señoríos militares a partir de este último año, hasta la llegada de los españoles en 1521.
Es en este periodo cuando varios pueblos, llamados chichimecas, que vivían más allá del límite septentrional de Mesoamérica, se desplazaron hacia el sur, tal vez a raíz de una baja en la producción natural de sus tierras, desertificadas por cambios climáticos. Agredidos por los invasores y con sus campos de labranza reducidos por el cambio, los mesoamericanos próximos a la frontera se vieron obligados a echarse sobre sus vecinos, a veces en forma pacífica y otras de manera armada, y estos vecinos hicieron lo mismo con otros, y así sucesivamente hasta que toda Mesoamérica se vio afectada, acabándose el esplendor que había alcanzado la civilización mesoamericana durante el clásico. El proceso duró por lo menos trescientos años, tendiendo a atenuarse conforme avanzaba hacia el sur.
El origen divino de todas las normas y leyes que regulaban la vida pública y privada de todos, con la consiguiente sanción sobrenatural a las violaciones voluntarias o involuntarias fueron características mesoamericanas desde el clásico. Hubo nuevos dioses, o por lo menos algunos adquirieron mayor relevancia -por ejemplo, dioses guerreros como Camaxtli y Huitzilopochtli, o sus equivalentes conocidos con otros nombres en diversos lugares- y cabe suponer que hayan surgido también nuevas leyes o una expresión más vigorosa de las ya existentes, acordes con el carácter guerrero prevaleciente. Su desobediencia, por supuesto, acarrearía castigos divinos.
Es en este periodo cuando varios pueblos, llamados chichimecas, que vivían más allá del límite septentrional de Mesoamérica, se desplazaron hacia el sur, tal vez a raíz de una baja en la producción natural de sus tierras, desertificadas por cambios climáticos. Agredidos por los invasores y con sus campos de labranza reducidos por el cambio, los mesoamericanos próximos a la frontera se vieron obligados a echarse sobre sus vecinos, a veces en forma pacífica y otras de manera armada, y estos vecinos hicieron lo mismo con otros, y así sucesivamente hasta que toda Mesoamérica se vio afectada, acabándose el esplendor que había alcanzado la civilización mesoamericana durante el clásico. El proceso duró por lo menos trescientos años, tendiendo a atenuarse conforme avanzaba hacia el sur.
El origen divino de todas las normas y leyes que regulaban la vida pública y privada de todos, con la consiguiente sanción sobrenatural a las violaciones voluntarias o involuntarias fueron características mesoamericanas desde el clásico. Hubo nuevos dioses, o por lo menos algunos adquirieron mayor relevancia -por ejemplo, dioses guerreros como Camaxtli y Huitzilopochtli, o sus equivalentes conocidos con otros nombres en diversos lugares- y cabe suponer que hayan surgido también nuevas leyes o una expresión más vigorosa de las ya existentes, acordes con el carácter guerrero prevaleciente. Su desobediencia, por supuesto, acarrearía castigos divinos.
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