A poco de consumada la Conquista de Tenochtitlán, el territorio adquirió una definición geográfica: la Nueva España, denominación que sería luego aplicada políticamente al reino o gobierno en el centro de México y también el virreinato, con una jurisdicción mayor que abarcó a otras. El imperio español rebasaría la península, haciéndose patente también en las Indias Occidentales y sus dominios de ultramar. El descubrimiento, la Conquista y la colonización de nuevas tierras contribuirían poco a poco a consolidar el imperio español, y serían base de la empresa comercial a la que se entregó inicialmente la Corona castellana para acrecentar su poderío. Grupos de españoles salían a conquistar y colonizar desde España o América para entregarse a una empresa mixta (pública y privada), porque el reino de Castilla tenía pocos recursos para emprenderla por sí sola. En su mayor parte, aquélla era patrocinada por particulares asumiendo la forma mixta, éstos la proponían y organizaban, la Corona la autorizaba, participaba en los beneficios y la fiscalizaba. Tras el periodo de los descubrimientos y de la Conquista, o simultáneamente a ésta, las expediciones se orientaron a poblar.
La colonización se inició con el establecimiento de villas o ciudades, y a la par se constituyó un aparato de sujeción y gobierno. En las capitulaciones quedaron las primeras normas: al jefe de la expedición correspondía fundar ciudades en determinado tiempo y se le facultaba para repartir tierras y solares. Al respecto no habría una legislación general sino hasta 1573.
Como justificación a la conquista material que se estaba llevando a cabo en las tierras recién descubiertas, fue imprescindible para la Corona la ayuda y participación de órdenes religiosas que se dedicaran a enseñar a los indígenas la religión católica. Amparados bajo la idea de que los indios eran semisalvajes e idólatras, los conquistadores encontraron en la evangelización el pretexto para intervenir en sus vidas e imponer la cultura española.
Como justificación a la conquista material que se estaba llevando a cabo en las tierras recién descubiertas, fue imprescindible para la Corona la ayuda y participación de órdenes religiosas que se dedicaran a enseñar a los indígenas la religión católica. Amparados bajo la idea de que los indios eran semisalvajes e idólatras, los conquistadores encontraron en la evangelización el pretexto para intervenir en sus vidas e imponer la cultura española.
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