Pese a que la cultura olmeca fue la que más destacó durante la época preclásica, hubo otros grupos en las regiones de Oaxaca y Yucatán, zapotecas y mayas respectivamente, que en forma independiente lograron avances importantes para su sobrevivencia. Los zapotecas, en Monte Albán, por ejemplo, mejoraron las técnicas agrícolas mediante la construcción de canales y en el sistema de barbecho de las laderas. Para esta época también se registran construcciones hechas con piedras, como una base piramidal que se supone formaba parte del centro ceremonial. En algunas piedras se encuentran bajorrelieves con escenas de guerra y cautivos. Pero sin duda lo que más sorprende es la aparición de un calendario y un tipo de escritura en los edificios de Monte Albán; de hecho, el calendario que aparece es un antecedente del calendario maya que aparecerá en épocas posteriores.
La designación de este periodo, que comprende los primeros 800 años de nuestra era, implica un grado de organización política, social y religiosa más complejo que en etapas anteriores, como se desprende fácilmente de los restos arqueológicos de los zapotecas. De esta fase datan algunos de los complejos arquitectónicos más notables por su riqueza, así como creaciones artísticas de la mayor finura. Es evidente que tales obras se realizaron gracias a la participación de una sociedad estratificada y rígidamente controlada (sobre todo por medios religiosos) y alimentada por la labor de campesinos altamente productivos merced a las obras de irrigación que, a su vez, requirieron grandes cantidades de trabajo para su construcción y mantenimiento.
La designación de este periodo, que comprende los primeros 800 años de nuestra era, implica un grado de organización política, social y religiosa más complejo que en etapas anteriores, como se desprende fácilmente de los restos arqueológicos de los zapotecas. De esta fase datan algunos de los complejos arquitectónicos más notables por su riqueza, así como creaciones artísticas de la mayor finura. Es evidente que tales obras se realizaron gracias a la participación de una sociedad estratificada y rígidamente controlada (sobre todo por medios religiosos) y alimentada por la labor de campesinos altamente productivos merced a las obras de irrigación que, a su vez, requirieron grandes cantidades de trabajo para su construcción y mantenimiento.
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