La Corona sujetó de manera estricta a la Iglesia, quizá más que cualquier otra monarquía europea, ya que bajo el Patronato Real la hizo otra rama del gobierno, otro medio eficiente de control político sobre los gobernados. En el contexto de la época, la Iglesia hispanoamericana quedó ligada a Roma a través de tenues lazos, dentro de la órbita del Consejo de Indias y no del papado romano. Sin embargo, fue una institución poderosa en la Nueva España. Gozó de fuero especial y conformaría uno de los sectores conservadores de México. Su fuerza fue evidente en lo espiritual pero también en lo material; su poder se extiende en asuntos de justicia y gobierno, y domina los ámbitos ideológico, político, económico y social de la época; en sus manos quedan la mayor parte de la educación e importantes ramos de la economía. Por acuerdo real, la Iglesia recibe gran parte del diezmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario