jueves, 11 de noviembre de 2010

El aterrizaje

A las 20:45, el foxismo aterrizaba con pie firme en el primer gobierno de la alternancia. Vicente Fox tardó veinte minutos o más en alcanzar el templete, en medio de una cerrada nube de cámaras que todo arrasaba a su paso. Amigos de Fox, la plana mayor de PAN, los intelectuales foxistas, se apretujaban en la hora del éxito. Fue estrictamente institucional, con sus reconocimientos al IFE, al gobierno, a sus rivales. Y lanzó el primer lazo para la futura y necesaria reconciliación después de la batalla.
A las 10:30 de la noche hizo su aparición en la pantalla gigante del auditorio la presencia serena de Cuauhtémoc Cárdenas. Militantes y personal de apoyo, aún en el hervidero, guardaron silencio. Las palabras de Cárdenas van ganando el respeto de algunos. Pero una voz se eleva insolente. "¡Já, mírenlo, tragando camote". Es un hombre bajo, tiene un pequeño audífono conectado al oído. "Ese lenguaje, ese lenguaje...", sigue en tono de mofa. Es Martín Espinosa, de Infored.
A las 11 de la noche, en la pantalla, el presidente Ernesto Zedillo reconocía el triunfo de Fox. No había nada más que agregar. O sí, faltaba el mensaje del gran perdedor de la batalla, Francisco Labastida. Finalmente apareció también en las pantallas. En el salón de invitados especiales ya se estaba brindando. Y los panistas no supieron, en esos segundos, ser generosos en la victoria. Labastida se llevó algunos abucheos y comentarios insolentes. Y cuando se despedía, muchos invitados, parados sobre las sillas del salón habilitado para ellos, despedían a control remoto al sinaloense que se retiraba del auditorio del PRI.
Medianoche: Fox se asoma al balcón de hormigón que da al amplio patio del edificio. Sus seguidores lo ovacionan. Una mujer levanta sobre su cabeza una sartén y lo golpea con una cuchara. Ojalá no sea un anuncio de las cacerolistas triunfantes.
Fox accede ir al Angel de la Independencia. "Hoy, hoy, hoy", le exigen. Le pasan una botella de champaña, que empinó en el acto, y dijo "es mejor el tequila". Reconoció: "Me siento a toda máquina."
Más reclamos: "Porfirio, Porfirio, Porfirio". Con Muñoz Ledo se funden en un abrazo. Y se van al Ange

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