jueves, 11 de noviembre de 2010

Pobreza y desigualidad

El mayor reto de México es el más antiguo y persistente de todos: la pobreza y la desigualdad. Una parte muy importante de la población vive en condiciones de pobreza. Los más pobres de México sufren desnutrición. La distribución de la riqueza es desigual, ya que el 60 por ciento de las familias no recibe más que el 21 por ciento de la riqueza. La gente de la ciudad vive mejor que los campesinos; por eso mucha gente abandona el campo, donde el principal problema es la desocupación. La agricultura ofrece empleo solamente durante una parte del año. Más de la mitad de los que viven en el campo trabajan como peones y jornaleros, es decir, reciben un salario bajo. En el campo, el salario es, y siempre ha sido, inferior al que se paga en la ciudad. Quienes emigran del campo se convierten en los más pobres habitantes de las ciudades; forman los cinturones de pobreza que rodean los centros urbanos. En la ciudad de México hay un médico por cada 500 habitantes. En Monterrey, la proporción disminuye a la mitad. En los estados del centro hay un médico por cada 3000 habitantes y, en los del sur, un médico por cada 42100 habitantes. Muchos municipios de México no tienen servicios sanitarios. Son municipios pequeños, aislados en la sierra. En el estado de Yucatán, hay médicos solamente en la tercera parte de los municipios. En los estados de Oaxaca y Chiapas, la situación es más difícil aún. México tiene pocas tierras de labor excelentes, a diferencia de Francia o de las grandes llanuras de Estados Unidos. Tiene poca agua.  Las tierras cultivables de los estados del sur y del sudeste son escasas y pobres. Gran parte de Durango, Zacatecas Coahuila, Tamaulipas, San Luis Potosí, Chihuahua y Sonora, son verdaderos desiertos. Por eso los campesinos pobres de esas regiones se van a trabajar un tiempo cada año a los estados más afortunados. Se desplazan para cortar caña y para recolectar tabaco, papa, jitomate, cebolla. Algunos salen del sur para levantar cosechas y van a Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Sonora y, sobre todo, a Estados Unidos. Emigran huyendo de la pobreza. En las ciudades, saturadas por la gente que abandona el campo, es mucho todavía lo que falta por hacer. En los barrios pobres, gran cantidad de viviendas no tiene drenaje y carece de agua y de baños. En tales condiciones, el crecimiento de las ciudades se hace de manera descontrolada, en todas direcciones. Se destruyen los bosques y se invaden las tierras agrícolas. Para realizar sus viejos deseos de justicia y democracia, México debe crear fuentes de trabajo bien pagado y para todos. Con el fin de elevar el nivel de vida de la mayoría, se debe aumentar la actividad económica y aprovechar los recursos, sin destruir la naturaleza. Tal debería ser el resultado de una buena modernización. Para lograrla, México está  participando más activamente en el mundo, en sus mercados, en sus avances tecnológicos, en atraer capitales para impulsar la economía.

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