Diversos levantamientos en todo el país se generalizaban contra los conservadores y en defensa de los principios liberales. Fue en esta coyuntura de excesos y despilfarros que se llevó a cabo el pronunciamiento del Plan de Ayutla del 11 de marzo de 1854 y que fue reformado diez días después en Acapulco por Juan Alvarez. Por medio de este movimiento, más popular que militar, Alvarez e Ignacio Comonfort quedaron al frente de la revuelta, cuyos planteamientos estipulaban el desconocer a Santa Anna, y elegir un presidente interino que convocara a un Congreso extraordinario, que tendría como tarea prioritaria constituir a la nación en república representativa y popular.
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