La tercera reelección de don Porfirio determinó la aparición de grupos de estudiantes y trabajadores de distintas tendencias, que realizaron labores de oposición en la provincia y en la capital; como ejemplo se puede mencionar al Club de Obreros Antirreeleccionistas. Las manifestaciones de inconformidad siempre fueron reprimidas, resultando detenidos varios militantes, entre ellos, Daniel Cabrera. Como era de esperarse, las elecciones de 1892 favorables a Díaz, y su decisión de mantener intacto el orden de cosas, provocaron desilusión en algunos sectores que esperaban ser llamados a colaborar y, por lo tanto, a compartir el poder. Las críticas de la oposición no se hicieron esperar, sobre todo en la prensa. Periódicos como "El Demócrata" o "La República" señalaron con dedo acusador el sistema de imposición política, las diferencias sociales y la intromisión extranjera. Las denuncias daban lugar a que las publicaciones aparecieron y desaparecieran, y a que sus colaboradores fueran perseguidos, desterrados o encarcelados.
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