Para las elecciones presidenciales de julio de 1871 se presentaron como candidatos opositores a una posible reelección de Benito Juárez, Porfirio Díaz y Sebastián Lerdo de Tejada.
El sufragio contemplaba que el ganador debería contar con la mitad más uno de los votos emitidos, y en caso contrario, el Congreso tendría la responsabilidad de nombrar al nuevo presidente. De los 12,266 votos electorales registrados oficialmente, se informó que a Sebastian Lerdo le correspondieron 2,874; a Porfirio Díaz Mori 3,555 y a Benito Juárez 5,837. Con estos números Juárez conseguía mantenerse en la silla presidencial por otros cuatro años más.
Los resultados oficiales que se dieron a conocer el 1º de octubre del mismo año no fueron del agrado de muchos. Durante la contienda electoral se habían cometido muchas irregularidades a favor de Juárez. Presiones y corruptelas ejercidas desde el poder habían convertido a todo el proceso en un verdadero fraude electoral. Pese al halo de perfección que siempre ha rodeado a Benito Juárez, se sabe a ciencia cierta, que la corrupción de funcionarios públicos fue tan escandalosa, que los inconformes rápidamente organizaron una serie de levantamientos en diferentes partes del país.
Tras muchas solicitudes y con grandes muestras de apoyo Porfirio Díaz finalmente decidió encabezar una rebelión con el fin de derrocar el gobierno de Juárez. Esta histórica decisión fue avalada con la proclama (8 de noviembre de 1871) de un plan revolucionario. Este plan fue bautizado como el “Plan de la Noria” por haber sido redactado en La Noria, hacienda propiedad de Díaz.
El Plan de la Noria proclamaba básicamente la renuncia de Benito Juárez a la presidencia, la suspensión del orden constitucional actual y la creación de una Junta de Notables que reorganizara el país. A la lucha interna que siguió a las elecciones y a la proclama del plan se le conoce con el mismo nombre: “La Revolución de la Noria“
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