El joven, sumamente entusiasmado por lo escuchado en la reunión y tras una gran lucha interna, tomó la difícil decisión de abandonar el camino eclesiástico. Una decisión que marcaría el destino, no sólo del futuro General, sino de la nación entera. Al conocer la nueva situación el ahora obispo de Oaxaca, padrino de Porfirio, contrario a las nuevas aspiraciones de su protegido, decidió retirarle todo su apoyo moral y económico. No obstante el joven estudiante ingresó al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca en donde realizó estudios de Derecho hasta 1850, año en que se convirtió en maestro de esta misma materia. A finales del año de 1854, estando de nueva cuenta Antonio López de Santa Anna como presidente de México, y en pleno fervor de la Revolución de Ayutla, se hizo un llamado a la población para que mediante un plebiscito se votara la permanencia del caudillo en el poder o en caso contrario se hicieran propuestas del posible substituto. Algunos que creyeron que el plebiscito sería legitimo, votaron primero, por la salida inmediata del Presidente y segundo, por la instauración de Juan Alvarez como encargado de la presidencia. Poco tiempo después se ordenó que se hiciera preso a todo aquel que había votado en contra y a favor de Alvarez, entre ellos a Porfirio Díaz. Para agosto de 1855 la Revolución de Ayutla triunfaba claramente y Santa Anna se vio obligado a abandonar el poder mientras Juan Alvarez quedaba como presidente interino. En el mismo año Porfirio es nombrado Jefe Político del distrito deIxtlán y posteriormente -ya con Ignacio Comonfort como presidente- se le confiere el mando militar del Istmo de Tehuantepec. Es en esos días que Porfirio conoce a la que sería su gran amiga sentimental: Juana Catalina Romero, “La mamá grande de Tehuantepec“, “Didjaza”. Una mujer legendaria que trabajó mucho por todo el Istmo de Tehuantepec y a la que se le atribuyen tantas virtudes que resulta fácil comprender la razón del aprecio tan importante que el oaxaqueño le prodigaba. Aun con el triunfo liberal de la Revolución de Ayutla y la salida de Antonio López de Santa Anna, el país continua con gran efervescencia política. La promulgación de la nueva Constitución, la expedición de la “Ley Juárez” y la “Ley Lerdo”, se convierten en los grandes detonantes de otra guerra fratricida entre conservadores y liberales, la “Guerra de Reforma”. Este nuevo conflicto que se desarrolló desde 17 de diciembre de 1857 hasta el 1º de enero de 1861 fue también llamado, en alusión a su duración, la “Guerra de Tres Años”. En este período Díaz asciende, dentro del escalafón militar, a Mayor, Coronel y Teniente General, grados conferidos por su exitosa participación en varias batallas.
Con la entrada exitosa a la ciudad de México del General Jesús González Ortega, al mando del ejército liberal, y con la consiguiente disgregación de las fuerzas conservadoras, queda allanado el camino a dos hechos significativos de la historia de México: la segunda invasión francesa a nuestro país y la inserción en la vida política de la república de Porfirio Díaz. El ahora General obtiene una curul como diputado por el estado de Oaxaca en el Congreso de la Union, el cual y desde 1845, sólo estaba conformado por la Cámara de Diputados. El 15 de junio de 1861 Benito Juárez García fue declarado presidente constitucional de la república y apenas un mes más tarde, emitió un decreto que suspendía todos los pagos de deuda pública nacional e internacional. Este decreto provocó la ruptura de relaciones con los gobiernos de Inglaterra y Francia. Mientras el gobierno de Juárez hacía negociaciones para evitar el inminente enfrentamiento, en el viejo continente la facción conservadora realizaba sus propios arreglos con el fin de instaurar una monarquía con algún príncipe europeo. Napoleón III, emperador de Francia, con el pretexto del conflicto generado por la suspensión de pagos, en flagrante violación de algunos recientes tratados y por su obvia necesidad política de influir en América, decidió continuar con la proyectada invasión a México en enero de 1862. Las fuerzas militares de Inglaterra y España, que ya habían ocupado Veracruz, optaron por reembarcarse y no participar en el conflicto. El ejército expedicionario europeo apoyado por fuerzas rebeldes conservadoras se presentó frente a la ciudad de Puebla el 5 de mayo de 1862.
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