Puesta en evidencia la ineficaces políticas de Santa Anna para controlar tanto el país como al creciente dominio de los rebeldes, los grupos conservadores comienzan a considerar la instauración de una monarquía para México. Influencias obscuras iniciaban la construcción del camino para un segundo imperio. Sólo siete años más tarde las fuerzas republicanas mexicanas enfrentaban a las fuerzas imperiales francesas en la Batalla de Puebla.
Para agosto de 1855 la situación para Santa Anna es completamente insostenible y decide renunciar al cargo de presidente. Abandona la ciudad de México el 9 de agosto de ese mismo año. Al partir hacia el exilio, una multitud lo repudia, desentierra su pierna perdida para arrastrarla por toda la ciudad y derriba estatuas y monumentos dedicados al que alguna vez vitorearon como un verdadero héroe.
De inmediato los conservadores aceptando (o simulando aceptar al menos) el Plan de Ayutla, forman una Junta de Representantes que sin dilación alguna nombra como presidente interino de México a Martín Carrera. Mientras tanto, las fuerzas revolucionarias llegan a la ciudad de Cuernavaca el 1º de octubre y forman una nueva Junta de Representantes dirigidas por Valentín Gómez Farías. Esta Junta nombra a Juan N. Álvarez como el legítimo presidente interino. Los conservadores, ante el avance de Álvarez hacia la ciudad de México, abandonan a Martín Carrera. Sólo 28 días ocupó el cargo.
Sin embargo, el interinato de Álvarez como presidente, aunque muy activo, también fue de corta duración. Durante los escasos dos meses que duro el mandato de Álvarez se le preparó el camino a la “Ley Juárez“, a “La Ley Lerdo” y a la nueva Constitución de 1857. Leyes que adquirirían vida durante la presidencia del substituto de Álvarez, José Ignacio Comonfort y que sentarían las bases de la futura Guerra de Reforma. Su gabinete reunió a grandes talentos: Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores, Benito Juárez como ministro de Justicia e Instrucción Pública, Guillermo Prieto como ministro de Hacienda y como ministro de Guerra, Ignacio Comonfort.
Sin embargo, el interinato de Álvarez como presidente, aunque muy activo, también fue de corta duración. Durante los escasos dos meses que duro el mandato de Álvarez se le preparó el camino a la “Ley Juárez“, a “La Ley Lerdo” y a la nueva Constitución de 1857. Leyes que adquirirían vida durante la presidencia del substituto de Álvarez, José Ignacio Comonfort y que sentarían las bases de la futura Guerra de Reforma. Su gabinete reunió a grandes talentos: Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores, Benito Juárez como ministro de Justicia e Instrucción Pública, Guillermo Prieto como ministro de Hacienda y como ministro de Guerra, Ignacio Comonfort.
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