A finales de 1875, Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de la República
anunció su intención de perpetuarse en el cargo. Parece que la irregular reelección de 1871 de Juárez y los levantamientos que provocó en todo el país, con la Revolución de la Noria, no habían dejado lección alguna al mandatario. Como una fiel réplica de lo acontecido apenas cuatro años antes, el presidente en turno, logró extender su mandato mediante un sufragio dirigido y controlado desde el poder, mientras Porfirio Díaz, proclamaba un nuevo plan revolucionario: “El Plan de Tuxtepec” (10 de enero de 1876).
El documento debía su nombre al hecho de haberse firmado en el municipio de San Lucas Ojitlán, distrito de Tuxtepec, Oaxaca.
El plan, en suma, desconocía a Sebastián Lerdo de Tejada como presidente de México, rechazaba la reelección, criticaba la alta corrupción generada alrededor del mandatario, se nombraba a Porfirio Díaz como jefe del movimiento, y en cambio, se reconocía la legalidad de la Constitución de 1857 y de las Leyes de Reforma.
El Plan fue en un principio redactado por Vicente Riva Palacio, Ireneo Paz y Protasio Tagle y fue firmado por un grupo de militares encabezados por Hermenegildo Sarmiento. Más tarde, el 21 de marzo del mismo año en Palo Blanco, Tamaulipas, el documento original fue modificado.
Esta proclama dio origen a lo que sería la última guerra del siglo XIX en México: “La Revolución de Tuxtepec“.
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