En 1871 Benito Juárez es electo nuevamente presidente de la República tras un sufragio plagado de corrupción e irregularidades generadas desde el poder.
Muchos son los inconformes -entre ellos Don Porfirio Díaz- que consideran los resultados oficiales de la elección como un verdadero fraude electoral y el inicio de una dictadura disfrazada de legalidad. En gran parte del país se inicia una serie de levantamientos contra el régimen de Juárez.
Hacia finales de septiembre de ese mismo año el general Jerónimo Treviño se subleva en Monterrey. El 1º de octubre el general Manuel Negrete avanza hacia el cuartel de la Ciudadela en la Ciudad de México al grito de “¡Viva Porfirio Díaz, muera Juárez!”. En Zacatecas el general Trinidad García de la Cadena se pronuncia a favor de la rebelión, y hasta el Estado de Yucatán se subleva en abril de 1872. Es tal el rechazo a la ambición política de Juárez, que antiguos y leales combatientes liberales no dudan en sumarse a la lucha.
Mientras tanto, Porfirio Díaz en su hacienda de la Noria en Oaxaca, se prepara fundiendo balas de fusil y de cañón. Los rebeldes ofrecen todo su apoyo al héroe del 2 de abril para que asuma la presidencia de México. En las pasadas elecciones Díaz había quedado en segundo lugar después de Juárez. Por fin, y tras un poco de indecisión, el 8 de noviembre de 1871, se proclama un plan que llevaría el mismo nombre del lugar en que fue redactado: “El Plan de la Noria“, nombre por el que también se conocería a la iniciada revolución.
Al principio los rebeldes fueron derrotados una y otra vez por las fuerzas federales. El general Ignacio Alatorre se dirigió a Oaxaca y después de resultar vencedor en la Batalla de San Mateo, tomó el control de la entidad. Mientras eso sucedía en el sur, el general Sóstenes Rocha, al mando de otra columna, derrotó en Zacatecas a las fuerzas rebeldes de los generales Trinidad García, Donato Guerra y Jerónimo Treviño en la Batalla del Cerro de la Bufa. Poco más tarde estos mismos generales se repondrían en Monterrey, aunque por poco tiempo, ya que serían obligados a retirarse a Coahuila tras los éxitos del general Ignacio Revueltas.
En el Estado de Guerrero el general Vicente Jiménez se sostenía e infringía serias derrotas a las muchas columnas enviadas.
Después de algunos meses de luchas, en las que ningún bando se perfilaba como vencedor, sucedió lo impensable: el 18 de julio de 1872 murió Benito Juárez García.
Toda la razón del conflicto nacional quedaba completamente desvanecida. El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Sebastián Lerdo de Tejada, asumió como lo marcaba la ley la presidencia de la República. Ya en funciones, el nuevo presidente decretó una amnistía general, que sin embargo, fue acogida de mal modo por los rebeldes porque no se les reconocía ni sus méritos ni honores anteriores.
El caso es que la Revolución de la Noria fue un levantamiento sui generis, ya que su desenlace no fue la tradicional entrada triunfante a la ciudad de México de los vencedores, ni tampoco la salida urgente del país de un derrocado presidente, si no que su final fue provocado por la correcta aplicación de las leyes vigentes en ese momento.
Sebastián Lerdo de Tejada tuvo dos mandatos como presidente de México: primero como presidente interino tras la muerte de Juárez y después como pre
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