jueves, 10 de octubre de 2013

Batalla de Tecoac

Batalla de Tecoac

Cientos de guerras y batallas registra la historia de México.

En la mayoría de los casos, las batallas de diferentes conflictos, sólo forman parte del conjunto total de una guerra específica, pero no son definitorias. Se podría decir lógicamente, que la “última batalla”, es la que separa al vencido del vencedor, eso es claro, pero hay ciertas batallas que no sólo definieron el rumbo de la historia inmediata, sino que también definieron la historia a largo plazo.
La importancia de estas últimas, sólo se puede evaluar décadas o hasta siglos más tarde, al analizar las diferentes posibilidades que las circunstancias del momento dejaban ver y que, sin quererlo, obligan a una pequeña y difícil especulación. No una especulación necia y ociosa en la que, como ejemplo y saliendo de todo contexto o imaginando la posibilidad irreal de recursos inexistentes, se pregunta: ¿qué hubiera pasado si el general fulano, en la batalla mengana, hubiera contado con otros 50,000 soldados?. Otro ejemplo: ¿y sin tal militar hubiera ganado tal batalla?, tampoco sirve, ya que simple y llanamente, si una batalla no se ganó, pues eso, no se ganó y el asunto no tendría porque haber sido diferente.

En la historia militar mexicana podemos encontrar ciertas batallas que contaron con un factor real que inclinó la balanza para un lado en especial. No un factor irreal o alterado con la imaginación, sino uno que fue parte esencial de la batalla misma. Y dentro de ese conjunto de batallas especiales, podemos ubicar a algunas pocas en donde ese factor modificó todo el futuro del país. Insistimos, sin necesidad de alterar los números, los recursos o el contexto en que tales batallas se dieron, y sólo observando más de cien años después, es posible hacer ciertas preguntas acerca de los resultados, que más que un ejercicio especulativo, se convierten en curiosidad del pensamiento. Este es el caso de la Batalla de Tecoac.
El 16 de noviembre de 1876 se verifica en Tecoac, poblado próximo a Huamantla, Puebla y al volcán la Malinche, el enfrentamiento clave entre las fuerzas del general Porfirio Díaz y las fuerzas del gobierno de Sebastian Lerdo de Tejada, a la sazón, presidente de la República.
Desde finales de 1875, cuando Sebastián Lerdo de Tejada anuncia que buscará la reelección para otro período presidencial, el país, por enésima vez, entra en una gran  efervescencia política, que en poco tiempo se convierte en la hoy conocida como“Revolución de Tuxtepec“. Los inconformes y rebeldes se alzan contra el presidente aun antes de que se realicen las elecciones y el conflicto se agrava en todo el territorio.
Durante meses hay un claro dominio de la situación por parte de las fuerzas federales y el conflicto parece llegar a su fin en Tecoac.

Las tropas gubernamentales, con 3,000 soldados, al mando del general Ignacio Alatorre, se encuentran mejor armadas y preparadas que los 5,000 inexpertos pero entusiastas y aguerridos efectivos que comanda el general Porfirio Díaz.
La batalla se encuentra muy equilibrada ya que la inferioridad numérica es compensada con la calidad de un ejército profesional.
Los dos jefes esperan con ansia la llegada de refuerzos, pero estos no aparecen. Hay un momento crucial en donde todo parece indicar el triunfo del general Alatorre. El general Díaz esta a punto de ordenar la retirada cuando de forma sorpresiva aparece el general rebelde Manuel Gonzáles, (al mando de una caballería con 1,000 hombres) y ataca con tal fuerza los flancos de las tropas federales que estas quedan completamente desorganizadas. El general Alatorre se lamenta y se retira, sabiendo que los refuerzos que esperaba del general Alonso pudieron haber cambiado los acontecimientos sólo si hubieran llegado primero.

Al enterarse del trágico e inesperado resultado, Sebastián Lerdo de Tejada renuncia y escapa hacia Acapulco dejando el camino libre a Porfirio Díaz.
El general vencedor toma días más tarde la ciudad de México y se instala en la presidencia.

Desde 1810 y hasta 1876 el país no había tenido un sólo momento de paz y tranquilidad. Cientos de conflictos entre guerras, levantamientos y hasta invasiones extranjeras tenían exhausto a la República. Con la llegada de Porfirio Díaz todo eso se acabó y la nación por fin tuvo un respiro. El general inició una gran era de paz y seguridad que produjo, por más de treinta años, un importante flujo de crecimiento. No sería posible entender la historia de México en el siglo XX sin la presencia y el tiempo del general Don Porfirio Díaz.
Pero es aquí donde uno se pregunta: ¿y si hubiera llegado tarde el general Manuel González?

2 comentarios:

  1. Lamentable un pequeño error, una crónica de historia que desconoce en donde se encuentra la ciudad de huamantla ya que el texto lo sitúa en Puebla y no en el estado de Tlaxcala.

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    1. La población de Tecoac, sitio donde se libro esta batalla tan importante el 16 de noviembre de 1876, se localiza a 7 km. De la ciudad de Huamantla, Estado de Tlaxcala. Están equivocados quienes lo ubican en Puebla, Tecoac pertenece a TLAXCALA.

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